Opinión y Editoriales

Publicado en agosto 27th, 2024 | por Vanesa Olivarez Franco

Imaginación: ¿amiga o enemiga?

Tengo un secreto que compartirles. Es información tan delicada, que hubo un momento en el que dudé escribir esta confesión. ¡Qué más da que ustedes conozcan lo que hay en el fondo de mi corazón! Este extraño músculo no me pertenece solo a mí, sino que también obedece las órdenes de algunos terceros que no hacen más que lastimarle, ¿por qué no habría de confiar en ustedes? Sin embargo, es necesario solicitarles discreción, ya que “está muy equivocado el que piense que un secreto puede circular sin más como una moneda, cambiando constantemente de dueño”, no lo he dicho yo, sino nuestro querido pastor en esta comunidad de difuntos: Soren Kierkegaard; ¡nadie sabe!, quizás el gran danés escribió  esta frase bajo los efectos de un buen vino, porque en el mar dentro de la copa es donde cualquiera puede encontrar la verdad.

¡Dejémonos de rodeos, tratemos todo esto de la manera más seria posible! (no queremos espantar a los doctos). Mi primer descubrimiento es el siguiente: la clave para ser un excelente compositor está en llamarse “José Alfredo”. Discúlpenme, queridos hermanos, si este secreto no es tan extraordinario, pero, permítanme defenderme. Son bien conocidas las canciones del “rey” José Alfredo Jiménez, pero hay que indagar un poco entre nuestros contemporáneos; José Alfredo Olivas Rojas es también un artista completo, y tal vez la clave de su éxito no es solo que, al igual que su tocayo, sienta una atracción fuerte por el alcohol; tal vez hay algún poder superior que designa el talento musical para algunos elegidos, seleccionándolos al revisar solamente sus nombres de pila. Vean que todas las conjeturas que he desarrollado hasta ahora son producto de mi imaginación, ¿será que esto basta para decir que lo que digo es cierto?

La imaginación es, entre todas las facultades humanas, la que más puede contribuir a embellecer las cosas y las situaciones, pero también es la que mejor lo puede echar todo a perder en cuanto no encuentra lo que buscaba en la realidad que se le ofrece

De la mano de Alfredo Olivas podemos reflexionar sobre aquella facultad humana que, entre otras cosas, se encarga de proyectar nuestras acciones a futuro: la imaginación. Nuestro compositor, recientemente, ha escrito una canción impresionante que lleva precisamente ese título: “Imaginación”. Tal vez solo él mismo sabe el sentido verdadero de aquellos versos, pero encuentro que muchos de nosotros sentimos que el sonorense se nos ha adelantado, y ha escrito lo que sentimos sin que le compartiéramos directamente lo que escondemos en el alma (los verdaderos artistas desarrollan su actividad creativa de esta manera). Varias estrofas comienzan diciendo: “lo que ahora queda de mí”, demostrando que aquel pobre individuo sufre porque le han quitado algo, y ahora revisa lo poco que ha conservado. ¿Qué nos queda a nosotros, que esperamos a un desaparecido? Quizás solo una esperanza (que se alimenta de la imaginación); Por mi parte, puedo decirles que aquí no hay nada más, porque las cosas que me rodean no tienen ningún valor para mí, es como si no las tuviera, porque cuando levanto la mano para alcanzarlas, desaparecen instantáneamente.

En el coro escuchamos: “Me gusta creer que algún día te volveré a ver / Disfruto cerrar los ojos y echar a correr / La imaginación es todo por lo que aún sigo de pie”, en este caso, la imaginación se presenta como un bálsamo, como la calma en la angustia del presente, como la esperanza en un consuelo del futuro. He aquí la otra parte del secreto: ¿realmente la imaginación siempre funciona de esta manera? Podemos imaginar un futuro brillante, pero, ¿no le temen ustedes a la desilusión? Tengan cuidado de subir a la torre más alta del mundo, porque en cualquier momento pueden caer (¡y si no se toman aquel santo elixir de la vida, no podrán abrir el paracaídas!). Ya lo ha dicho Kierkegaard: “La imaginación es, entre todas las facultades humanas, la que más puede contribuir a embellecer las cosas y las situaciones, pero también es la que mejor lo puede echar todo a perder en cuanto no encuentra lo que buscaba en la realidad que se le ofrece”. ¿Qué realidad se nos ofrece a nosotros? ¿Creen que puede ser la base para que después veamos a nuestros desaparecidos? ¡Ay, a veces pienso que no!

¡Imaginen, queridos hermanos, no dejen de soñar! Pero no solo se encierren en estas ilusiones; también vivan aquí, en este mundo, aunque les duela (lo lamento, pero ésta es mi confesión). Busquen al que quieren encontrar. Hagan ruido aunque esos que están en el trono se molesten. Griten el nombre de sus desaparecidos, no los oculten, porque a veces los secretos se convierten en una navaja sobre la garganta.

Texto: Vanesa Olivárez Franco, séptimo semestre de Filosofía.
Foto: Betsabé Lozada, quinto semestre de LCI.
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