Publicado en septiembre 11th, 2016 | por Juan Pablo Esparza
Y así fue la marcha en favor de la tolerancia
La cita era 4:00 en la esquina de Madero y Zaragoza. Al menos eso decían las redes sociales. Mi novia me acompaña, aunque no viene a marchar porque no comparte ninguna postura respecto al tema. Ella dice que prefiere no emitir ninguna opinión ni tomar postura sobre un tema que no se ha tomado el tiempo de investigar.
A mí me parece excelente. Es lo mejor que alguien puede hacer, y que, estoy seguro, muchos de los que marcharon ayer no han hecho.
Son las 4:40 y el lugar sigue solo. Caminamos hacia la Exedra y en el trayecto nos topamos con mucha gente vestida de blanco, la mayoría son adultos y adultos mayores que caminan hacia Barragán, donde los esperan otros miembros del contingente que marchara “en defensa de la familia”.
Las banderitas de arcoíris ondean dentro de la Plaza de las Jacarandas. No son más de 200 personas y eso es bueno, si se toma en cuenta que fue una convocatoria exprés y aún así la gente asistió. La mayoría son jóvenes, pero también hay adultos y bastantes niños en el colectivo.
La gente lleva carteles: “Estás del lado incluyente de la historia”, “Por un estado laico” “Todos los derechos, todas las familias” “#LoveIsLove”.
El mío es de doble vista: “Soy católico y exijo un estado laico”, “Soy hétero y respeto a TODAS las familias”. Varias personas parecieron identificarse con este mensaje, pues le tomaron fotografías y me felicitaron por portarlo.
La mayoría de los dirigentes del movimiento son mujeres. Toman la palabra. Explican que la marcha se cambió de lugar a petición de la policía y para evitar confrontaciones. Dicen que el sonido es muy poco porque estaban cumpliendo con los decibeles que les pidió el gobierno. Invitan a no caer en provocaciones y a no provocar, pero, sobre todo, a defender todos los derechos para todas las familias
Minutos después , una chica llamada Montserrat toma el micrófono para leer un manifiesto. Habla de la inclusión, de dejar el odio, de defender los derechos y, quizá lo más importante, de pedir a nuestros gobernantes que hagan “leyes con una base científica y no con una base religiosa”. Ese es el meollo del asunto.
Y empieza el karaoke de Juan Gabriel. Divertido sin duda. Una manera sencilla y pacífica de hacerse escuchar. Otra forma es ir hacia las vallas metálicas y mostrar sus mantas, pancartas y carteles a los integrantes de la marcha pro familia que van entrando al lugar.
Se acaba la marcha. Camino al coche llevo mi cartel en alto. En el camino, manifestantes pro familia adoptan actitudes contrastantes. Unos me dicen closetero, puto, marica y hasta me arrojan el refresco que les queda en un vaso. Pero otra señora, mayor, me parece que una de las organizadoras del lado de los ‘blancos’, me sonríe, me abraza y me dice: “así se hacen las cosas, con respeto”.
Muchos conocidos me preguntan si la marcha a la que yo fui era “anti familia”, una manera fácil de volverla antagónica frente al otro movimiento. Yo prefiero llamarla “pro derechos”.
Me preguntan qué logramos. Les respondo que, por lo menos, hacernos escuchar. Me preguntan por qué éramos tan pocos: “no es una competencia de ver quién lleva a más gente, sino de que nuestra voz no se pueda silenciar”.