Publicado en noviembre 1st, 2018 | por Jesús Armas
Notas de un Egresado: Frustración y Renuncia
El tiempo se hace pesado cuando le contamos los días. Cuando la rutina se le marca a uno en los ojos, abiertos nomás para poder ver, así sean puras líneas. Cuando a la boca se le une la lengua en dos palabras “sí” y “no”. Ya cuando de hombre tenemos nomás la piel.
El sueño se nos va y lo perdemos. Caminamos con pie de plomo, y estamos nomás por no ausentarnos. Empezamos la vuelta del extranjero en la misma vida, indiferentes y cínicos. Con gestos de odio y malhumor, con ganas de ahuyentar al mundo.
Ya a la cabeza le sobran las migrañas y el desespero. Las ansias de quejarse y que todo se resuelva, así sin esfuerzo; que nos retribuyan la bilis que le tenemos a la edad adulta.
Es que uno es tan inseguro que las decisiones le suenan nomás de nombre. Oye que otros las toman, y aún en la desgracia, las repiten. El temor, así en instantes, se pierde, queriendo imitarlos; confrontamos eso que nos tiene contra el suelo: el trabajo. Ese que termina de valorarse cuando te tiene de pie en el fuego.
No es más sobre un salario, sobre estabilidad o sobre una idea de progreso. Es sobre ti. Renunciar es un adelanto al incierto, pero uno en línea recta. Los errores estarán ahí, los obstáculos no serán más bajos, pero vas a notar que estás vivo, y sabes que vas a estar bien.