Publicado en noviembre 4th, 2020 | por Carlos Olvera Zurita
¡Aguas Spolier! Alguien Tiene que Morir
Se llegó a decir que Manolo Caro había firmado un contrato con Netflix en el que supuestamente se había establecido que el creador mexicano debía hacer como mínimo tres productos exclusivos y originales para la plataforma.
Según se cuenta, este trato habría sido la causa por la que la primera de las entregas, La casa de las flores, cayó en el descuido tras una exitosísima primera temporada que se llevó grandes elogios de los críticos que la llegaron a describir como refrescante para el género (telenovela).
Con todo ello recientemente fue estrenada la segunda serie original de Caro para Netflix, se trata del thriller Alguien tiene que morir, una miniserie de tres capítulos con una duración aproximada de una hora, en donde se nos cuenta la historia de la familia de Gabino (Alejandro Speitzer), un joven español exiliado en México debido a un oscuro secreto del pasado, quien regresa a España de vacaciones acompañado por Lázaro (Isaac Hernández) un amigo con quien aparentemente tiene una relación más cercana que lo que los estándares de la España de los años 50 permitían.
De no ser por el título, sería complicado establecer desde el primer capítulo por qué la serie es un thriller, sin embargo las intrigas que se van desarrollando entre los miembros de la familia con una madre abnegada (Cecilia Suarez), el padre conservador (Ernesto Alterio), la abuela controladora (Carmen Maura), una pretendiente caprichosa (Ester Expósito) y un viejo amor (Carlos Cuevas), nos van dejando en claro que para solucionar el embrollo, alguien tiene que morir.
Como se puede observar, en esta nueva entrega de Manolo, el director vuelve a tocar temas que han estado presentes en todas sus obras como la homosexualidad, la auto aceptación, la doble moral y los prejuicios, sin embargo en esta ocasión el vehículo que utiliza no es la comedia como había estado ocurriendo, sino que se aleja totalmente del género y nos entrega un drama.
Para quien escribe, el mayor defecto de Caro, además de su evidente intento de asemejar su obra a lo de Almodóvar, es la falta de autoedición, pues cuando se trata de comedia no sabe cuándo parar, metiendo una cantidad ridícula de ocurrencias en sus obras que terminan por abaratarlas como ocurrió en La casa de las flores, sin embargo al no tener ese recurso en un producto tan solemne como Alguien tiene que morir, Caro nos muestra el que posiblemente sea su trabajo más austero.
Con esta nueva serie Caro evidencia que aún está en un proceso de aprendizaje pero eso no lo limita para crear grandes producciones y mostrarnos su gran potencial creativo, pues pese a que la obra tiene algunos puntos débiles como la actuación de Isaac Hernández quien en realidad es un bailarín, la mayoría de los actores hacen un muy buen trabajo con una mención honorífica para Maura quien se las arregla para entregar un villano verosímil pese al limitado tiempo en pantalla que tiene que compartir con un montón de personajes.
La ambición de Caro es de agradecerse pero también es su Talón de Aquiles, pues en Alguien tiene que morir pretende que en tres horas entendamos las motivaciones de por lo menos seis personajes, lo que provoca la sensación de falta de tiempo en quien observa la serie y nos hace cuestionarnos el porqué Netflix le da los tiempos que les da a sus creadores y, pese a que esta entrega se merece 2.6 estrellas de 5, no deja de ser un paso hacia adelante para Manolo.