Publicado en noviembre 19th, 2020 | por Víctor Martínez
Cine en Tiempos de “Post” Covid
Ir al cine es tal vez una de las actividades que más ha trascendido entre generaciones, ya que nos permite explorar nuevos mundos, conocer lugares inimaginables, acercarse a nuevas culturas y países, en fin, una experiencia única.
Desde el inicio de la pandemia los cines fueron cerrando uno a uno, incluso algunos de los estrenos más esperados tuvieron que ser aplazados en espera de una nueva oportunidad para poder exhibirse, y con ellos, todos tuvimos que esperar pacientemente hasta el regreso de los cines.
Ahora, después de varios meses sin poder acudir a los cinemas -y con el añadido de una promoción durante todo el mes de octubre-, me vi influenciado para regresar un poco temeroso a las salas de cine. De inicio, cabe mencionar que la hora que elegí influyó mucho en la cantidad de personas que había dentro, pues a las 3 pm de un miércoles no es muy común que se abarroten las salas.
Lo primero que uno ve al entrar es que las taquillas están cerradas, por lo que toca comprar los boletos ya sea por medio de una app (que según el caso tiene costo añadido por el servicio) o en la dulcería. El proceso fue un tanto tedioso, pues al parecer tienes que poner la tarjeta de membresía en una pantalla transparente para que los encargados la chequen a distancia, pues bien, no funcionó y la encargada tuvo que tomarla y hacer el proceso de la misma manera que hacían antes. Más allá de eso, al momento de elegir los asientos ya no nos muestran la disponibilidad en pantalla, sino que nos enseñan varias hojas enmicadas que tienen el diagrama de los asientos, cuyo color nos señala qué sillón podemos elegir y qué otro está inhabilitado por el protocolo de Sana Distancia, además, con plumones nos señalan cuáles son los que están ya apartados aunque creo que la encargada de ese momento olvidó borrar algunas marcas, pues al entrar a la sala ésta estaba completamente vacía.
Después de comprar en la dulcería los boletos y el típico combo de palomitas y refresco, uno nota que la cantidad de empleados en el cine ha sido reducida, ya que durante toda mi visita conté solamente 4 personas, dos en la barra de la dulcería y los otros dos dentro de los pasillos. Curioso es que no hubo quién reciba o revise los boletos que acababa de comprar, aunque también pueda ser debido a que éramos los únicos en el cine y acabábamos de comprar los tickets.
Asimismo, al entrar a la sala designada para la película que me dispuse a ver, no solo tuve que esperar los típicos tráileres previos a la función, sino que también incluyen un mensaje sobre la responsabilidad social de la empresa explicando todos los protocolos que deben de seguir tanto los empleados como los usuarios, extendiéndose bastante el tiempo que permanecí en la sala antes de que comenzara la función.
Finalmente, ya concluida la película, un empleado estaba esperándonos en la salida designada, indicándonos el camino a seguir para que ellos pudieran comenzar con la sanitización de la sala, mostrando el seguimiento estricto a sus protocolos y al menos dándole cierta tranquilidad a todos aquellos que comenzamos a pensar en realizar algunas de las actividades cotidianas que teníamos antes, obviamente, con todos los cuidados posibles para prevenir algún contagio.