Volver a la infancia de la mano de Villoro
Por: Gerardo Rodríguez
Uno se presenta a escuchar a Juan Villoro hablar de futbol cual niño ilusionado en día de navidad, ante un árbol repleto de regalos que lo ponen a uno feliz. Porque cuando Villoro trata de explicar qué es lo que hace al futbol un fenómeno planetario, tan único y singular, qué lo hace desembocar en una pasión desmedida, su perspectiva es tan rica y lúcida que a un oyente y seguidor acérrimo del balompié sus palabras se ofrecen como obsequios que abren los ojos para entender bajo una lógica su amor por este deporte.
En la presentación de su conferencia “Esplendor en la hierba: Héroes, villanos, públicos y cronistas del futbol”, Villoro intentó aproximarse a las razones que hacen a ese deporte el más practicado del mundo. Apeló a su carácter democrático y plural, en tanto que dos personas con físicos disímiles, aparentemente inaptos para la práctica del deporte, pueden ser igualmente héroes de un país o afición por su destreza futbolística, como pueden ser los casos de Maradona, con una figura rechoncha, y Cristiano, con un cuerpo más propio de un dios griego.
Villoro se refirió a la simplicidad del juego, expresada en que para jugarlo no es necesario estar en un campo de futbol, pues el balón y las porterías podrán ser suplidas por cualquier objeto que haga de ellos. Esto trae recuerdos maravillosos extraviados en algún lugar y que reforzaban la idea: las veces de niños en las que habilitábamos piedras como postes y latas dobladas como balones y nos pegábamos jornadas hasta el anochecer, en las que uno no podía experimentar mayor diversión y alegría. La felicidad era eso: patear latas en medio de piedras. Nada más puro.
Juan Villoro atesora una grandísima colección de referencias y apoyos para acercarnos a su visión: se sirve del poeta francés Baudelaire, de un poema de Pessoa, del escritor norteamericano Bill Buford, pasando por anécdotas que involucran al filósofo alemán Martin Heiddeger y al dibujante argentino Roberto Fontanarrosa.
Esta amplia gama de alusiones, en algún otro, estarían insertadas con el calzador en una plática sobre futbol, pero Villoro las va hilando con total naturalidad, espontaneidad y tino, que parece que no pudo escoger ejemplo mejor para explicar su punto. Todo esto con el tono afable y distendido que lo caracteriza.
Se tomó tiempo para recordar el poder de la palabra y el relato en el futbol, rememorando al gran Ángel Fernández, de los relatores deportivos más importantes –si no el que más- del país, su elocuencia e ingenio para a través de las metáforas comentar el juego; o de la narración más bella de todos los tiempos, en la voz del uruguayo Víctor Hugo Morales, del gol de Maradona contra Inglaterra que llevó al periodista a las lágrimas; no sin dejar de avisar de los riesgos y fallos en los que puede caer un periodista al exagerar al momento de cubrir el juego.
Por último, conminó a los estudiantes de Comunicación y periodistas que acuden a su conferencia a que desarrollen una visión crítica en contra de los males que aquejan a este deporte, pues aunque a veces lo pareciera durante su plática, el fútbol está muy lejos de ser un edén, con problemas tan serios como el racismo, la xenofobia, el machismo, la corrupción.
Villoro, citando a Javier Marías, dijo que el fútbol gusta tanto porque es “la recuperación de la infancia”. Después de escucharlo una hora, lo único que le queda a uno es agradecer que Villoro haya gozado de una niñez estrechamente relacionada con el futbol, porque pocas voces más lúcidas, pocas plumas más certeras, pocas mentes más insistentes que la de él, para intentar racionalizar el amor por unos colores y por unos jugadores que un aficionado al futbol siente “como suyos”.
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