Publicado en septiembre 21st, 2016 | por Colaboradores de Locus
Necaxa luce, pero no ahoga al América
Por: Gerardo Rodríguez
Necaxa y América se citaron en el estadio Victoria para el duelo de la jornada 10, en un encuentro en el que dio la impresión de que se desarrolló en un campo neutro, con las aficiones dividiendo el estadio (con mayoría americanista, claramente) y creando una atmósfera muy caliente junto a los jugadores de los dos equipos. El partido se saldó con empate a un gol (Goltz 12’, Puch 39’).
El equipo de Alfonso Sosa olió la sangre de su rival, un América herido y desnortado en su centenario, por lo que fue desde el primer minuto del encuentro por la victoria. Sin balón, el Necaxa instaló su línea defensiva en el medio campo, ordenó una presión y acoso que forzaba errores en los azulcremas, y ya con el esférico, los rojiblancos se gustaron: paredes, tacones, regates, todo gesto técnico que rezumara confianza. Si bien no se tradujo en ocasiones de gol, incluso el dominio visual era del Necaxa, basados en un Edson Puch que se deshacía de su marca con facilidad pasmosa.
Al minuto 12’ en una falta intrascendente a 50 metros de la portería, Osvaldo Martínez colgó un balón violento que atravesó toda el área local, hallando a Paul Aguilar quien recentró para Goltz y el argentino venció a Barovero de cabeza. Pareció una jugada de billar: tres toques, pim pam pum, y la bola embocada en la portería necaxista, sin saber muy bien cómo y en qué momento el luminoso marcaba 0 a 1 para el visitante. Los equipos grandes tienen eso, les es ajeno el dominio del rival o si no llevan más de dos entrenamientos con un técnico interino, no necesitan de mucho para demostrar su superioridad sobre el resto.
El gol americanista rebajó los ánimos locales, con un Necaxa incapaz de desarbolar la defensa americanista, encomendado a las apariciones de Puch por el lado izquierdo, quien no se cansó de encarar –y ganar- a Sambueza en el uno contra uno e insistir contra Paul Aguilar, tal vez el duelo de la noche. Antes de finalizar el primer acto, una pared entre Gallegos y Puch terminó con el delantero encarando en el área americanista, Paul Aguilar lo tocó (¿lo tocó?) suavemente, suficiente para el árbitro Miguel Chacón para pitar penal. El mismo Puch cobró y empató el juego que se le empezaba a atragantar al Necaxa.
El segundo acto inició como el primero, con los rojiblancos con la intención de ser los protagonistas con balón, pero se volvió a quedar en eso, intenciones. Porque más allá de Puch, al Necaxa le cuesta encontrar caminos al gol si el rival le espera. Espíndola estuvo desacertado con balón, Díaz no pesó, Jairo y Beckeless no pudieron asentarse arriba y García e Iturra no podían filtrar o hallar posiciones de ventaja detrás de los mediocampistas azulcremas.
América se acomodó mejor en el campo con la salida de Pineda por el brasileño William, soltando a Osvaldo Martínez y, poco a poco, saliendo con más comodidad. Pareció que propuso un final de correcalles, sabedores de que por su impresionante batería de atacantes, la balanza se inclinaría de su lado.
Primero Michael Arroyo, desde la izquierda, sacó un obús inexplicable e ilógico por su falta de ángulo, pero el balón se estrelló en la cruceta, cimbrando el arco y parte del estadio. Oribe Peralta se encontró nuevamente con el metal, tras un buen desmarque que finalizó con tiro al primer palo de Barovero.
Por el Necaxa entró Riolfo por Espíndola y Puch halló un socio. Esa relación a punto estuvo de sellar los tres puntos en el tiempo de compensación: una pared en la frontal del área acabó con Puch enfilado hacia el portero, con tal velocidad que el instinto le marcó sortear a Moisés, pero el meta americanista se lanzó raudo al balón, imposibilitando el gol local y despidiendo a los 22,055 aficionados que atestaron el estadio con la reflexión de si dar por el bueno el punto que consiguieron y que parecían perder, o con el regusto amargo de los puntos que pudieron ser suyos y no volverán.