Publicado en febrero 23rd, 2019 | por Jesús Armas
La Inocencia Violentada en Fauve
Fauve es un cortometraje nominado a los premios Oscar de este año. Su premisa es no más que la de un juego de poder entre niños, con aires de tiranía y mal gusto, en los adentros de unas minas en Quebec, Canadá.
A simple vista no parece interesar, fuera del supuesto de la conducta que manejan entre ellos. Cómo dos niños ven plagada su inocencia con prácticas y actitudes adultas; con pensamientos de muerte y moral torcida. Repitiendo en sus actos no otra cosa que la vileza de su entorno cotidiano. Cómo sus juegos, unos que al final identificaríamos con niños, vienen ennegrecidos con el veneno que escupen los hombres cuando alcanzan la edad para azotar contra los otros.
En la medida que la historia progresa, todos esos deslices infantiles culminan en la más amplia desesperación. Un ansia enorme de ayuda ante la inmadurez y poco juicio del pensamiento de un niño ante el desastre. Cuando los pies lo único que saben es correr, y los ojos girarse para ver cualquier figura que se asemeje a un adulto. Ese que es el único que sabe, ese que es el único con la capacidad de salvar; ese que es el único que no está. Ahí no había otro que escuchara, no había otro que observara, que la naturaleza. Con su frío y silente juicio. Un juicio que azotaría con penas la voz de un niño incapaz de expiar sus culpas.
Al final las lágrimas, y las imágenes de lo que pudo ser, lo dejan a uno quieto mientras observa al claro volverse oscuro.
El cortometraje dirigido por Jeremy Comte, impacta gradualmente, con golpes suaves de tragedia enunciada, pero con la suficiente sutileza para tenerte esperando un desenlace distinto al que te tienen de frente.
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