Publicado en marzo 7th, 2019 | por Jesús Armas
El Blanco, Negro y Gris de los Millennials
Les dicen millennials porque atravesaron el nuevo milenio. Personajes pintorescos con un ánimo enorme. Listos para crear una ruptura en la historia.
Se niegan a ser adultos, o al menos no un “adulto” como lo conocen las normas. Que todo sea ligero —y sin gluten—. Starbucks, iPhone X, Instagram. Comer bien, beber bien; alzar la voz en una publicación con límite de caracteres; adoptar perros y cuidar el planeta.
El primer problema para entender a los millennials es que no existen criterios sólidos para definirlos. Los sociólogos coinciden en que se trata de aquellas personas nacidas entre 1980 y 2000, que son hábiles con las nuevas herramientas digitales y crecieron dentro una relativa estabilidad económica.
Cuando no te toca vivir guerras, ni hambre, —ni siquiera la peste negra— y estás de paseo en la supuesta mejor época de la humanidad, una gran mayoría de ciudadanos adultos te enfrascará en lo que el diccionario define como hedonismo: de mí, para mí y sin dolor. Y no es blasfemia cuando se es tan contradictorio; cuando buscas iniciar una revolución desde tu cama, por tanto replay a las canciones de Oasis.
Es a veces una generación de malcriados con estandarte de razón, de los que, en sus palabras, “habría que aprenderles”. Pero a su vez, personas preparadas, con altos números de egreso universitario, quizá demasiado volátiles y “nómadas” para su propio bien.
Los delirios de revolución y cambio social no son exclusivos de la generación millennial. Desde que se tiene uso de razón, uno tiene esa espina de cambiar la realidad que se vive y marcar historia; así que habría que ponerse a pensar si realmente hay que juzgar la actitud millennial sólo por su generación, o por el nulo uso del contexto en la ecuación.