Publicado en abril 8th, 2019 | por Oferén Valenzuela
Vacunas VS. Antivacunas
La desinformación ha llevado a algunos grupos a tomar posturas contrarias a la ciencia, específicamente en el tema de salud, al creer mitos ya desmentidos sobre las vacunas. Dicha reacción provoca que la irresponsabilidad de no vacunar, termine en la aparición de nuevos brotes de epidemias que se tenían controladas, dando la posibilidad de que el virus mute y anule el trabajo de inmunidad que por años nuestro cuerpo ha hecho.
Hay que remontarnos a siglos pasados, donde la esperanza de vida era sumamente baja, contrario a la alta taza de mortalidad , pues no se contaba con el conocimiento para tratar las afecciones de salud (enfermedades, accidentes, etc.). Con el tiempo, estas estadísticas se fueron invirtiendo gracias al avance de la medicina, y en gran parte a las vacunas.
No siempre fueron como las conocemos el día de hoy, la primera surgió en 1789 cuando la viruela cobraba la vida de miles de personas, fue entonces que Edward Jenner advirtió a la gente sobre dejar de consumir leche de vaca (pues era lo que tenía la enfermedad y por lo tanto venía en el fluido), pues el contagio sería evidente.
Después con investigaciones, se determinó lo siguiente: habría que estimular el sistema inmunológico del ser humano para tener defensas contra las enfermedades de la época . Este descubrimiento se dio una vez que la persona contagiada lograba sortear la enfermedad y no volvía a padecerla. Se determinó poner en contacto al cuerpo con organismos debilitados o muertos para que el sistema de defensas pudiera atacarlos sin contagiarse y así registrar la información para crear inmunidad si el virus o bacteria volvía a atacar.
Varias enfermedades fueron erradicadas desde la primera implantación de vacunas, algunas otras están casi por desaparecer, sin embargo la postura contraria que tiene mucha gente sobre las vacunas ha hecho que los agentes se vuelvan más fuertes y sufran mutaciones que provocan que se anule la inmunidad que llevamos ganada con tantos años de evolución en el campo.
Las vacunas son necesarias, efectivas, obligatorias. No sólo reducen la taza de mortalidad entre los niños, si no que aumentan su esperanza de vida. Aún no se comprueba lo contrario, y mientras eso pudiera ocurrir es mejor prevenir responsablemente enfermedades que dejan secuelas irreversibles.