Las Jacarandas
En esta época del año, cuando el calor es suficiente para que la flora se desarrolle mejor como conjunto, los extensos jardines y verdes árboles que se encuentran en toda nuestra universidad toman un tono preciso, acorde a su naturaleza.
Y en paseos, o miradas a estas extensiones que nos da la tierra, resalta un árbol de hojas moradas llamado comúnmente jacaranda.
Las jacarandas son árboles sudamericanos, los cuales podemos ver en todo el país gracias a un inmigrante japonés llamado Tasuguro Matsumoto.
Matsumoto era un jardinero que tuvo la oportunidad de traer a nuestro país este tipo de árboles desde Brasil. Conoció a José Landero y Coss en Perú, quien fungió como secretario de Hacienda en la presidencia de Porfirio Díaz, y lo trajo con él a residir en Pachuca, con el propósito de crear un jardín japonés en su hacienda.
Después, el inmigrante japonés se trasladó a la Ciudad de México donde instauró un negocio de jardinería, y después de que lograra cultivar en sus invernaderos este tipo de árbol, científicamente conocida como Jacaranda Mimosifolia, propuso que se plantaran en toda la Ciudad de México al presidente Álvaro Obregón.
Tienen un promedio de vida de cien años, y no se tuvieron problemas mayores con su adaptación debido al clima tan parecido que hay entre la zona centro de Sudamérica y nuestro país, aclarando que no son nativos de México.
Las propiedades de esta planta subtropical produce un olor que genera un ambiente de relajación para los humanos, además de que su raíz puede ser utilizada para eliminar toxinas y sanar de distintas enfermedades venéreas y gástricas, entre muchas otras más.
La jacaranda se desarrolla mejor cerca de la costa, y puede vivir pocos centenares arriba del nivel del mar pero siempre expuesta al sol. su resistencia a la contaminación y su raíz que facilita su colocación han hecho que se instalen con mayor comodidad en jardines urbanos, apreciando su característico morado en primavera.
Sobre el autor
Juan Jesús Tlapalamatl Me gusta escuchar música y cantar en todo momento, leer en mis ratos libres y conversar con la gente de cosas sin sentido aparente.
