Publicado en octubre 13th, 2020 | por Selene Porras
Cosificación de las Mujeres. El Poder de la Cámara
La cosificación u objetivización consiste en la deshumanización de un sujeto para convertirlo en objeto. La cosificación de la mujer, es el uso del concepto de mujer o de su imagen, total o parcial, para fines que no la dignifican como ser humano. La cosificación deshumaniza las mujeres y las muestra como objetos no pensantes que pueden ser expuestos, explotados y utilizados como se desee.
La cosificación es una forma de violencia machista que nos cuesta identificar como tal por la normalización social que hemos hecho. La sociedad consumista nos bombardea diariamente con miles de mensajes directos y subliminales que no somos capaces de analizar de forma consciente pero que se instalan en nuestro cerebro y, sin darse cuenta de ello, los acabamos aceptando.
¿Y qué pasa en el ámbito cinematográfico?
La cámara funciona como el ojo de las y los espectadores, que recorta la realidad en cada encuadre y lo presenta como la totalidad. Lo mismo pasa con los planos. Por ejemplo, un plano picado sitúa a la audiencia por encima del personaje, mostrando esos personajes como indefensos e inofensivos. Sin embargo, un plano contrapicado produce el efecto opuesto. Estas elecciones que se realizan a través del objetivo de la cámara tienen un significado en el modo de representar a unos y a otros personajes.
Pilar Aguilar, analista de ficción audiovisual y crítica de cine, habla en varios de sus libros que los primeros planos se producen más sobre las mujeres que sobre los hombres, recortando determinadas partes de su cuerpo que aparecen troceados y cosificados.
En muchos films los personajes femeninos se envuelven con características relacionadas con la belleza y la pasividad, vinculadas a la seducción, objeto de deseo, caprichosas y rivales entre sí. Los masculinos son activos, fuertes y protectores, así como competitivos, valientes y sujetos de la acción.
Asimismo, tanto unos como otras se encasillan en roles estereotipados. Además, ellas aparecen en función de una historia de amor heterosexual. Lo importante en los personajes femeninos es encontrar el amor por encima de todo, no siendo exitosas sin formar una familia; mientras que, para los personajes masculinos, lo importante no es el amor, sino las aventuras que protagonizan.
Traducido al lenguaje de género, resulta que el cine ha situado esencialmente a los personajes masculinos en el sitio de los que miran y a los femeninos entre los que son mirados. Es decir, ha hecho de los hombres sujetos que miran y desean, y de las mujeres, objetos de deseo.
En conclusión, aunque bien es cierto que los avances causados por un feminismo cada vez más visible e implacable contra cualquier atisbo de injusticia o vejación, realmente han cambiado el modo de ver la sociedad estos últimos años, siguen siendo aún muy numerosos los casos que siguen saliendo a relucir donde la mujer sigue siendo cosificada. La lucha es muy larga, y el camino por recorrer también lo es. Estamos dando pasos firmes y directos para conseguir un mundo más justo, y mucho mejor.