Opinión y Editoriales

Publicado en octubre 22nd, 2020 | por Carlos Olvera Zurita

Aguascalientes City: 40 Años de la Inmigración Japonesa y ya Encontramos Udon en el Súper

El otro día fui a una popular cadena de farmacias/minimercados y mientras pasaba por el pasillo de los alimentos me percaté de la presencia de alimentos que no corresponden a la dieta básica mexicana como udones, pokis, alga nori y calpis, productos japoneses que cada vez son más fáciles de encontrar desde los casi 40 años de la primera migración múltiple de nipones a Aguascalientes.

La historia de los japoneses en México es más larga de lo que se podría pensar, pues existen registros que indican que la primera comunidad japonesa en el país se estableció en 1887 en Chiapas, en la llamada Colonia Enomoto, donde hasta la fecha existen sus descendientes.

Desde entonces se han registrado distintas oleadas migratorias desde Japón como la que ocurrió al finalizar la Segunda Guerra Mundial y más recientemente la que compete a Aguascalientes, determinada por el establecimiento de industrias niponas.

En 1981 comenzó en Aguascalientes la construcción de la primera planta de Nissan, lo que trajo consigo a los llamados Tanshin Funin, empleados de empresas japonesas que son enviados a otros países para establecer su industria, ya sea solos o acompañados por sus familias.

Debido a que estos trabajadores en general sólo permanecen en Aguascalientes para realizar una encomienda temporal, la mayoría eligen llegar solos y no establecen relación real con la ciudad, tal y como explica la investigadora Rebeca Padilla de la Torre en su artículo Los japoneses en Aguascalientes, México. Un perfil sociocultural de ciudadanía en la ciudad, publicado por la Universidad Jesuita de Guadalajara en agosto de 2010.

Hay quienes sin embargo, escogen ser acompañados por sus familias por diversas circunstancias, por lo que resulta lógico que en casi 40 años ha surgido la necesidad de ofrecerles servicios que van más allá de lavanderías y restaurantes para solteros, habiéndose tenido que establecer un colegio especializado en la ciudad para atender japoneses y empresas de bienes raíces dedicada a la atención de estos migrantes.

Sin embargo, como expone Padilla de la Torre, la mayoría de los japoneses que viven en Aguascalientes no ven la ciudad como un lugar en el que quieran vivir y en realidad solo están de paso, aunque hay una pequeña minoría que, por motivos laborales o porque establecen relaciones personales, se han terminado estableciendo definitivamente.

Poco a poco, en un proceso muy lento, Aguascalientes se ha convertido en uno de los asentamientos de japoneses y sus descendientes más notables del país, haciendo cada vez más normal el que se puedan encontrar productos de origen japonés en tiendas que no son exclusivas para ellos, publicidad en japonés y comida japonesa muy similar a la que se vendería en Osaka, sin mencionar que es cada vez más común tener lazos personales con japoneses.

Este proceso de asimilación es lento, sin embargo avanza y nos obliga a dejar de pensar en Aguascalientes como un lugar homogéneo en términos culturales pues si bien la mayoría de quienes vivimos aquí tenemos un antecedente común o similar, cada vez son más las personas que tienen orígenes diferentes y que por lo tanto tienen necesidades diferentes y crecientemente evidentes.

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