Cinefilia

Publicado en agosto 21st, 2021 | por Selene Porras

“Un Mundo Secreto”: Viajar Para Encontrarnos

No importa si es cerca o lejos, un día o doce meses, playa o bosque. Viajar es una recompensa para el alma que necesita reconexión y presencia. Hace un tiempo atrás, me encontraba desorientada por el presente y abrumada por el futuro, un viaje de cuatro días -de mochilera- fue la terapia para esas preguntas que no parecían tener respuesta.

A partir de esa travesía, mi espíritu se liberó y me convertí en una amante de los viajes en solitario. Viajar para encontrarse a sí mismo pareciera ser una historia cliché, una escena. Pero créanme que después del vértigo de emprender un viaje sola, viene un experiencia que te enriquecerá de por vida. Hoy hablando de los viajes quiero hacer una recomendación de una película mexicana que nos deja ver la aventura del viaje como un encuentro personal.

Un mundo secreto explora la juventud mexicana a través de María, una joven que emprende un viaje desde Ciudad de México hasta el sur de la península de Baja California en el que se irá descubriendo, al tiempo que se reencuentra con el amor, la compasión y el compañerismo.

 Un Mundo Secreto de Gabriel Mariño,  narra la historia de María, una chica quien en su último día de clases escapa de todo en un viaje que la llevara del DF al norte del país por algo que aún no entiende, pero sabe que éste no es un viaje de placer, sabe que no es un viaje para contar a los amigos, es otra cosa, es un viaje nacido en lo profundo de sus sueños y en su corazón roto, pero tampoco de eso está segura.

Las imágenes de la ciudad se suceden con una habilidad plástica poco frecuente en el cine mexicano. Un mundo secreto es un largometraje hecho con pincel, con impresiones muy personales de la Ciudad de México, de los caminos y del mar. Es una historia que se cuenta de manera casi pictórica a través su fotografía.

El viaje comienza con un detonador casi imperceptible. María sale al encuentro de sí misma con una inmensa mochila y su diario, donde no hay acciones, ni amigos, solamente está ella y las palabras que se dirige a sí misma.

La película es contemplativa; el ciclo de María se cierra al llegar a su destino ahí nos dirige la mirada y comparte su mundo secreto de manera directa con el espectador, el largometraje termina de manera sutil y con un punto de vista inusual pero esperanzador.

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