Publicado en julio 20th, 2024 | por Vanesa Olivarez Franco
Un nuevo cementerio
A veces me resulta desalentador leer o escuchar los comentarios de mucha gente, sobre todo cuando se habla de una situación tan lamentable como la desaparición de una persona. Sucesos de este tipo los leemos muy seguido, y así como el señor del noticiero nos da a conocer que el día de hoy asesinaron a nueve personas, nos anuncia casi con el mismo estado de ánimo que alguna celebridad del momento está por casarse. ¿Quiénes eran las nueve personas? No lo sabemos, ni nos interesa. Son un número más en la estadística. De seguro estaban metidos en “eso”. ¿Quién es el artista próximo a contraer matrimonio? Un cantante nacido en Argentina, de padres italianos, será su tercera relación en lo que va del año, también dijeron que en sus tiempos libres le gusta salir a caminar al bosque. ¡Éste sí es alguien conocido! ¡Éste sí merece nuestra atención!
¿Por qué habríamos de seguir buscando a quien no aparece? ¡No gastemos nuestra energía en eso! Mejor vaya a trabajar, produzca lo más que pueda, y algún día terminará de pagar su casa (bueno, quizás no). ¿Su amigo está desaparecido? Comparta una foto suya en redes sociales y después salga a trabajar; pero, ¡cuide bien tu aspecto! Si cometió el descuido de llorar, entonces lávese la cara porque da mala impresión. ¿Aun así no puede superar su pena? ¡Qué exagerado es! Hay gente que la pasa peor que usted (tómelo como un consuelo). Ah, también evite juntarse con los revoltosos, con esa gente que se manifiesta en el centro de la ciudad, porque ensuciará aquella placa que dice que somos libres desde hace algunos siglos.
A esa gente que busca a un desaparecido, hay que decirle que se dedique a otra cosa. Sean realistas. ¡Madres buscadoras, tengan más hijos!
Ya que no encuentran a sus familiares y amigos, construyan un nuevo cementerio. Ustedes necesitan un panteón para enterrar sus recuerdos y esperanzas. Insisto, es necesario. Recuerden que lo humano se caracteriza por lo racional, lo que se sigue necesariamente de algunas premisas; actúen necesariamente, sus sentimientos no nos sirven. Esas ideas suyas no coinciden con lo que se espera socialmente de ustedes.
Así podríamos resumir las afirmaciones más comunes respecto a nuestro problema. El mundo de la razón nos pide olvidar y resignarnos; trabajar, no para dejar de pensar en nuestra pena, sino para seguir produciendo; no llevar un luto dignamente. Pero aquí cabría recordar aquella sentencia de Edward Young: “¿Sólo la razón ha sido bautizada? ¿Son paganas las pasiones?”, no somos solo racionales, también tenemos sentimientos; no solo actuamos necesariamente, sino también emocionalmente.
Hay que preguntarnos: de lo anterior, ¿cuáles respuestas son nuestras, cuáles son propias, y cuales vienen de fuera? ¿Se sentirán felices ustedes, hermanos en la desgracia, de olvidar a la persona que buscan? ¿Esa renuncia los conduce al bienestar personal o solo a funcionar dentro del tablero? Usted será el más apto para responder estos cuestionamientos. Por mi parte solo me queda recomendarle que no construya ese “cementerio nuevo” para sus sentimientos, porque aunque trate de enterrarlos después le atormentarán como si fueran fantasmas. Tal vez a la razón se le puede dormir, pero al sentimiento no. Pida justicia, y no permita que le digan que está buscando “venganza”; exija lo que necesita, porque su silencio anima a los criminales de allá afuera.