Publicado en noviembre 2nd, 2018 | por Alejandro Cinco
Barrio de Brujas
Siempre he querido contar lo que pasa en mi barrio, ¡Si, soy de Jesús María, me vale madres!, bueno no tanto porque esta muy feo vivir acá.
Mi alrededor es tan mío cómo el suyo, pero no tan suyo porque ya es mío. Vivir de este lado del camino es territorio de brujas (Jesús María), pasan cosas extrañas a menudo; ves bolas de fuego en el aire, búhos blancos que hacen sonidos extraños y curanderas que ven tu futuro; a lo mejor puedes pensar que son cosas impresionantes, pero para los que vivimos de este lado es algo de todos los días.
He aprendido que llegar tarde a casa, a altas horas de la noche, es de mala suerte, dejando de lado la hechicería, lo digo porque no confío en los cerdos -¿o prefieres que les digamos policías?, en realidad es la misma chingadera, son ratas uniformadas-, detienen a los ladrones pero los dejan libres a los dos días o en menos tiempo, esto claramente no combate la inseguridad, al contrario, la incrementan. Los que las llevan de perder son los transeúntes nocturnos, no sabes si el que viene hacia ti te van a dar un navajazo o las buenas noches.
Mi colonia se solía decir tranquila pero conforme ha pasado el tiempo los problemas existenciales de los vecinos han salido a flote, ¡Simplemente les vale madre los problemas que hay en el fraccionamiento! Antes todos eran unidos, se juntaban para hacer convivios cada doce de diciembre y hacían juntas vecinales, ahora ya ni se saludan, ni están a gusto con nada y nada les parece, pero eso sí ¡la vecina de enfrente tiene a todo volumen el reggaetón! sin importarle la salud mental de todos los demás, chale… no sé que les pasó.
“No sé cómo he salido ileso de seis asaltos con arma blanca.”
Ya van seis veces que me intentan asaltar, la verdad no sé cómo he salido ileso porque han sido con arma blanca (¡ah! pinches cholos, cada vez están más locos por meterle duro a su bolsita de amarillo… y a la marihuana y al thinner y al foco y a casi cualquier otra cosa que te deje loco) aunque te conozcan hacen lo sureño y te amenazan diciendo que la calle es suya.
Diario recorro el mismo camino, parece un juego de terror de esos donde las calles no tienen alumbrado público –ya hablamos de que los roban para darse su dosis diaria- y cuando tienen, las luces parpadean incesantes, se respira el ambiente lúgubre y las sombras que “te siguen” ojalá fueran de fantasmas.Tengo que admitirlo, camino con pánico; lo que hago para no ser la víctima es encender mi sexto sentido. Siempre cargo un palo o piedras, de hecho antes me acompañaban perros callejeros y me avisaban cuando había peligro –hacían bien su trabajo-.
Una vez llegué temblando de miedo a mi casa, tenia la respiración agitada y sudaba frío; lo único que recuerdo es que cerré la puerta muy fuerte, tanto que mi familia se asustó. Lo único que podía pensar era que esos tipos ya saben dónde vivo y lo más seguro es que sepan mi recorrido. Es probable que me confundan con alguna persona que está metida en su onda de andar robando y de más, pero no soy así, lo juro; yo sólo disfruto las cosas que me rodean. Quiero borrar las huellas de mi camino, “que no quede huella, que no, que no, que no quede huella”para no ser identificado por los maleantes de esa zona.
“Soy alguien sin dinero, pero con buen gusto.”
Me llegaron los rumores del porqué me quieren tronar, las malas lenguas dicen que ¡tengo dinero, porque tengo buena ropa y de más!, y sí, la verdad tengo buen gusto para escoger mi ropa, pero es todo, como dijo Juan Gabriel; “no tengo dinero, ni nada que dar, lo único que tengo es amor para dar”, así que ya saben, amor tengo para todos.
En fin, solo quiero decirles que la inseguridad por acá esta cabrona, creo que sería bueno recurrir a los hechizos del libro negro, a ver si así logro alejarlos. Hasta ahora mi experiencia en la vida de barrio es muy mala, espero que mis traumas no les quiten las ganas de visitar el territorio de brujas.