Cinefilia

Publicado en febrero 15th, 2019 | por Jesús Armas

Manchester by the sea y la Realidad

Manchester by the sea funciona como un oda a la sensibilidad. No se limita a narrar un drama familiar mientras centra su atención en la relación de un tío y su sobrino. No enfrasca la interacción a quejidos y llantos, de esos que intentan reconfortar. En su lugar enfrenta a los personajes con lo que han vivido, no para redimir, sino para clavarles el juicio que nunca se aleja de sus voces.

Los sucesos se conectan con silencios, atardeceres y muecas torcidas. Con fuerzas flojas ante la corriente; cuando los recuerdos se ven invasivos en momentos de duelo y protección. Lee (Casey Affleck) debe actuar como tutor legal de su sobrino Patrick, ante el fallecimiento de su hermano. Una responsabilidad impositiva que lo estanca en un sitio del que quiere escapar a diario. Un lugar que, mientras la historia progresa, devela un pasado lleno de horrores y pecados personales.

El director Kenneth Lonergan, muestra una modestia visual que protege a los personajes, dejándolos respirar y afrontarse, a su tiempo, con el dolor de su propia tragedia. Un remedio con el que lidiamos a diario, cuando chocamos con la vida.

Lee es, a fin de cuentas, un fantasma que algunos eligen ver. A veces para ofrecerle alivio, a veces para señalarlo. Un fantasma que no puede reconciliarse con su pasado, porque ha muerto con él.

La resolución es atípica, es deprimente, pero es necesaria para mantenerse fiel a los ojos de un cuerpo eligió vivir unos días más.

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