Publicado en agosto 10th, 2020 | por Selene Porras
Cine y Violencia de Género
Hoy en día la lucha por los derechos de las mujeres, la equidad de género, la erradicación de la violencia y los feminicidios son temas que marcan la agenda en muchos medios a nivel mundial. México vive una crisis de violencia de género y feminicidios que es urgente resolver. Diariamente, cientos de niñas y mujeres son agredidas, violadas, asesinadas y revictimizadas por individuos e instituciones que nos violentan tanto en lo social como en lo político y económico.
Pero ¿qué pasa en la industria cinematográfica? en donde todavía encontramos la existencia de filmes que representan conductas sexuales inapropiadas, sumisión, violencia, secuestro, tortura, machismo, entre otros factores que normalizan estos actos hacia las mujeres.
El caso más reciente y que también ha tenido mucha controversia es el de 365 DNI, largometraje polaco dirigido por Barbara Bialowas y protagonizada por Anna-María Sieklucka (Laura Biel) y Michele Marione (Massimo Torriceli) que ha causado controversias entre la audiencia por las escenas que manifiestan un panorama de violencia, masculinidad, fuerza física, morbo y relaciones amorosas tóxicas. Este filme es sólo un ejemplo de una lista interminable de películas y series en donde se normaliza la violencia contra la mujer y con esto quiero mencionar que la normalización de estas redes de violencia, no sólo depende tanto de productores y productoras, si no también de los usuarios que la reproducen. No es cuestión de realización u observación sino de la creación de modelos de conducta en la sociedad basados en las escenas.
El cine funge “como uno de los medios de comunicación más poderosos a la hora de crear y redefinir nuestro imaginario” (Bernárdez, 2010), por ello debería mostrarnos cintas que reflejen que las mujeres tenemos derecho de libertad y opinión, a vivir plenamente y a tener una vida libre de violencia, en donde se priorice la representación de los derechos individuales de las personas.
Como productores o como consumidores debemos de empezar a apostar por un cine más diverso, inclusivo, que fomente las sanas relaciones, que tenga responsabilidad social y perspectiva de género. Empezar a cuestionarnos si lo que estamos consumiendo promueve ciertos valores machistas o reivindica las diversas identidades, por lo que es de suma pertinencia ser un espectador crítico, exigir producciones de calidad, generar contenidos que aporten a la construcción de formas de vida más libres, que relaten las desigualdades y nos den alternativas para cambiarlas y transformarlas.