Publicado en septiembre 26th, 2016 | por Fernando Vega

Por y para el cine: la primera generación de Artes Cinematográficas

Desnuda, sin su contenido primordial, perdida después de haber cumplido con su objetivo, sólo la simple y curiosa lata de atún descansa sobre la mesa. Después de preservar el alimento en su interior para que llegara fresco a alguna boca, ahora sirve como un cenicero.

Lleno de colillas de cigarro, el cenicero improvisado está en la mesa que veo mientras espero a Bárbara Eguiarte, una estudiante de séptimo semestre de la carrera de Artes Cinematográficas y Audiovisuales de la UAA.

La ganadora del PECDA –Programa de Estímulo a la creación y el desarrollo artístico- al fin llega hacia donde me encuentro. Con una sonrisa comenta que el PECDA es un proyecto “muy padre”, ya que da la oportunidad de trabajar en un plan en el que en verdad uno está interesado, además de que se apoyan a jóvenes talentos.

Mi visita, en parte, es para que me cuente cómo ganó una convocatoria en donde se otorgan 40,000 pesos divididos en seis ministraciones para realizar algún producto artístico.

“Te piden ciertos requisitos: mandar una especie de carpeta de producción, la sinopsis de tu proyecto, la ruta crítica a desarrollar durante un año, que demuestres que tienes ciertas capacidades para poder llevar a cabo el producto, etcétera”.

Bárbara viajó a Oaxaca durante tres semanas a un campamento. Ahí le hablaron un poco de los estímulos para la producción audiovisual, al igual que en su licenciatura, y eso la llevó a participar en esta convocatoria. Además, cuenta que participó en ella porque se enamoró del proyecto que estaba haciendo y supo que si no ganaba la beca iba a ser muy difícil producirlo en un futuro.

“Mi proyecto es un cortometraje documental que se llama El olvido y otros amores. Es un documental expositivo observacional sobre Isabel, una antigua maestra de historia y de filosofía de la UNAM que también dio clases en la UAA. Ella ha tenido una historia de vida muy impresionante, pero el documental está centrado en su vida actual porque ya es una señora de 83 años y está en una situación desgraciadamente de olvido de toda su familia y también de ella misma. Me parece muy triste porque ha tenido una historia brillante, trágica, pero es una persona súper inteligente. De hecho tiene un doctorado en filosofía en la UNAM, es increíble y desde el momento en que la vi supe que tenía que hacer algo con ella. Aparte es un personaje muy entrañable de Aguascalientes”.

¿Cómo llegaste a ella?

“Cuando entré a la carrera, ella nos daba clases y la vi caminando en uno de los pasillos de la universidad y fue como amor a primera vista, me llamo la atención. Pasaron ciertas cosas y nos la cambiaron. Le perdí el contacto un tiempo hasta que, una vez, una compañera del salón me comentó que si yo no contaba esta historia se iba a perder en el olvido. Y un amigo me pasó su dirección, me acompañó a visitarla y empecé a ir de vez en cuando a su casa para platicar con ella, conocer su vida y también para que ella fuera conociéndome”.

El proyecto de Bárbara se encuentra en la etapa de producción y entregará un primer corte en febrero de 2017.

“Espero tener algo de buena calidad. Hemos batallado un poco con el equipo, pero espero tener algo chido para poder llevarlo a festivales, para que lo vea la gente porque no tiene sentido hacerlo y guardarlo en el disco duro de mi computadora para que nadie lo vea”.

En el trabajo audiovisual participaron compañeros de su salón, que recibieron un sueldo por su trabajo porque a Bárbara “le caga el amor al arte”.

“Creo que las personas suponen que los que se dedican al arte o que pretenden hacerlo viven del aire o algo así. Por otro lado está Isabel. No le pagamos, pero parte del presupuesto es para ella, para que esté bien, para que coma y comamos todos sino no hay documental ni nada”.

Fundamentado en la realidad, que representa hechos, escenas y sucesos de la misma con información. Así se podría describir, en forma general un documental. Realizar uno no es fácil y Bárbara es prueba de ello.

“El proceso de producción ha sido una locura. Aun así me gusta porque el documental es muy rico y muy inexplorado, a mi punto de vista. Es como meterte a aguas desconocidas, donde no sabes qué vas a hacer y aunque quizás la he regado en muchas cosas, sé que si no te equivocas no puedes aprender nada”.

Al preguntarle su opinión sobre los apoyos otorgados a la industria cinematográfica local, Eguiarte comenta que “el PECDA es uno de los pocos apoyos que hay, sin embargo, a pesar del poco apoyo que dan las autoridades, se sacan trabajos independientes. Creo que los apoyos que existen para cine de largometraje están todos centralizados en el D.F. No quiere decir que aquí no haya, pero le tienes que buscar y la mayoría de los apoyos que existen son para cortometraje, cuando los largometrajes tienen otras necesidades diferentes: más presupuesto, más equipo, más recursos humanos, que yo siento que en este momento no hay. Además, aquí no hay casas productoras tan grandes que te presten equipo, no hay estudios Churubusco. Además pienso que lo que hace falta es difusión porque, por ejemplo del PECDA, mucha gente ni sabe qué es ni mucho menos de su existencia”.

Del salón al estudio

Los alumnos de séptimo semestre empiezan a salir de sus clases. De ahí también salen mis futuros entrevistados: Alejandro Rogua, Michel Zamora, Venancio Villalobos, Paula Rodríguez y Aída Alonso, que se suman a la charla que mantengo con Bárbara.

Las sillas se empiezan a acomodar y cada uno toma su lugar. Paula prende un cigarrillo, agarra la lata de atún y la pone al centro de nuestra mesa. La charla sobre sus trabajos audiovisuales comienza.

“Nuestro cortometraje se llama Opaco y trata sobre la conspiración, la persecución que hubo para Rubén Espinoza y Nadia Vera, el periodista y la activista que mató el gobierno de Veracruz. Cabe resaltar que Venancio y Aída trabajaron como guionistas de este cortometraje”, informa ella.

Michel: “In nomine patris trata el tema de la pederastia. Son dos sacerdotes, uno está a punto de morir y llega otro a confesarlo y en el acto se revelan cosas malvadas”.

Alejandro: Casa Tomada es una adaptación de la obra homónima que aborda a dos políticos que se están escondiendo en una casa de seguridad hasta que pasen las elecciones, con la esperanza de que el candidato de su partido quede en el poder y los deje en la inmunidad.

A la hora de comparar estos últimos happy wheels demo trabajos con los que han hecho durante toda su estadía en la universidad, Alejandro señala que “es de los trabajos que más labor profesional han necesitado para realizarse”.

Para Venancio, es lo mejor que han hecho porque sí le dieron profesionalismo; Aída también los considera de los mejores trabajos que han hecho en la carrera, y piensa que los que siguen van a estar aún mejor.

En Opaco participaron alrededor de 15 personas; en In nomine patris, entre 9 y 10, y en Casa Tomada, entre 12 y 15 personas pertenecientes a la escuela y externas.

El futuro puede abrumar, dar miedo. La incertidumbre de lo que sigue cuando llega el fin, puede cambiar nuestros planes. Con esa incertidumbre frente al final de su licenciatura, los cineastas buscan participar en festivales e inscribir sus trabajos en distintas convocatorias, mostrarlos en algún auditorio, dar a conocer sus proyectos.

¿Vivir por o para el cine?

“Creo que si vives por el cine es que esa cosa te da fuerza para vivir y si vives para eso es que tú le das fuerza para vivir. Si hacemos esto –estudiar cine- es porque queremos hacer algo, no solamente trabajar en una gran empresa trasnacional y que nos den un gran sueldo. Creo que ninguno de nosotros nos interesa eso, pero estamos aquí porque nos gusta y queremos hacer algo valioso con el tiempo que estemos en esta tierra”, afirma Bárbara.

“Si vivo “por” el cine es porque en realidad no me interesa otra cosa que no tuviera que ver con esto. Si me interesa la vida de los doctores, no voy a ser doctora; quiero mostrarlo a través del cine. Y “para” es para mostrar, para que la gente haga algo con lo que yo hago, que se entere, que sienta”, dice Paula.

“ Yo creo que las dos porque “por” el cine es como el que el cine pueda ser tu pasión y tu trabajo, una retribución. Vivo por el cine y para el cine; el “para” por la pasión y el “por” porque me mantiene”, reflexiona Alejandro.

“Yo diría que “por” porque siento que es algo recíproco. Tanto lo que tú le puedes dar al cine como lo que el cine te puede dar a ti. Y si tu le metes pasión mucho al cine, tú vas a recibir lo mismo, pero depende de lo que tu des”, sostiene Venancio.

“Vivir por el cine y para el cine sería lo ideal”, comenta Michel.

Entre las razones que dan los casi graduados de la Artes Cinematográficas y Audiovisuales sobre por qué estudiar cine destacan el mero gusto por este arte, no hacerlo porque esté de moda o porque se vaya a ganar dinero. Debe de existir pasión por hacer algo sin que te den nada a cambio.

“Si te apasiona esto lo estudias, no lo haces por el dinero, es pasión y con eso vas a aprender y vas a recibir muchas cosas”, asegura Aída.

Venancio: “Si nada mas agarras una cámara y grabas y ves películas, y de ahí te nutres para hacer películas no es lo mismo a lo que te cuentan que es: analizarlo, estudiarlo. He aprendido cosas que he visto en youtube o leído en libros, pero no es lo mismo que practicarlo dentro de una escuela para salir listos al campo laboral”.

Paula: “Cada vez que tienes una experiencia en el cine descubres una nueva razón por la que estudias cine y yo nunca me imagine todo lo que iba a aprender de las personas, de la sociedad, hasta de algunas instituciones. Creo que si lo que quieres es hacer dinero en el cine, mejor te pongas a hacer algo más fácil porque es algo muy difícil para hacer. También se aplica en arquitectura; si lo haces por dinero mejor pon un puesto de tacos, de gorditas de lo que quieras, pero por dinero no podríamos estar aquí”.

Bárbara: “Creo que el cine es lo más hermoso de la vida. Agradezco que existan doctores e ingenieros, pero si no existiera el cine qué aburrido sería y yo no me imagino mi vida sin el cine. De verdad, estoy muy agradecida por haberme metido a la carrera. He viajado, he conocido gente gracias al cine, me he enamorado gracias al cine”.

No videos de bautizos, no XV´s ni fiestas familiares. Ellos no quieren que sus estudios se vean devaluados y acaben en eso. Sería un gran gasto de energía, un desperdicio de creatividad y dinero tirado a la basura- demasiado dinero.

“(El aumento a la colegiatura) es una mentada de madre porque hemos pasado por muchas carencias y ya sabes que la UAA es de las universidades más caras del país. Esta carrera y Música son las más caras de la universidad, lo que nos convierte probablemente en la licenciatura pública más cara del país. En verdad me gustaría que la universidad aprovechara mejor esos recursos, pero no me quejo tampoco porque dentro de lo que cabe tenemos ciertos beneficios que no tienen otras carreras, tenemos equipo y estamos en séptimo. Los primeros dos años no teníamos, nada entonces se me hace increíble todo lo que ha crecido esta licenciatura”.

A Venancio le agradó Youth, de Paolo Sorrentino; a Michel le gustaría ver El Demonio Neón, de Nicolas Winding Refn. Alejandro es aficionado al cine peruano, a Paula le gustó The Hateful Eight, de Tarantino; Aída quedó fascinada por Cinema Paradiso y Él, de Luis Buñuel. A Bárbara le gustan esas películas que cambian la vida.

Ellos son la primera generación que se graduará de esa carrera y están sentados frente a mí. No tienen algún referente. El referente son ellos.

***

La entrevista acaba, las fotos comienzan. Nos ponemos de pie y la lata de atún se queda en la mesa. Ahí se quedara a cumplir una función a la que no estaba destinada. Eso, por absurda que parezca la analogía, es lo que quieren evitar los alumnos de cinematografía: ser utilizados para algo a lo que no le dedicaron tiempo. Ellos quieren hacer cine.