Publicado en marzo 27th, 2018 | por Fernanda Magaña
Leer el principito a los 21
Un cuento de niños como “El principito”, supondría que todos lo habrán leído en la primaria, pero este nunca fue mi caso. Al llegar a la universidad todos ejemplificaban o se relacionaban con el principito, desde el tatuaje de una amiga que contenía un zorro, hasta las imágenes de Facebook donde representaban un sombrero que en realidad era una boa la cual había comido un elefante.
Fue de manera sutil cómo las indirectas sobre un libro del cuál yo carecía de conocimiento empezaron a salir a flote. Así que a los 21 años decidí leer esta pieza de literatura infantil.
A mí punto de vista se relata una travesía infantil, el volar de planeta en planeta tratando de ver el mundo de los adultos de la forma en que lo percibe niño, me hace reflexionar en qué clase de adulto me quiero convertir.
“Un día vi la puesta de sol cuarenta y tres veces. ¿Sabes?… cuando uno está realmente muy triste son agradables las puestas de sol”
Para mí cada atardecer hace mi día diferente y los atesoro porque creo que por si solos cuentan una historia y al leer como relataba el principito sus atardeceres, al igual que la tristeza o alegría al contemplarlos me hicieron recordar los diferentes lugares donde he visto atardeceres hermosos.
Por último compartiré esta frase: “ Entonces no supe comprender nada. Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡No debí jamás huir de allí; la flor me perfumaba y me iluminaba! Debí adivinar su ternura tras sus inocentes astucias. ¡Son contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saberla amar”.