Publicado en octubre 6th, 2018 | por Jesús Armas
La Decadencia de la Moral
– Un comentario sobre Salò o los 120 días de Sodoma.
Generalmente, muchas de las conversaciones de los adeptos al séptimo arte, termina con una reflexión intimista sobre la decadencia del hombre en paralelo a su entorno social. Cómo una serie de imágenes puede plasmar las inquietudes más comunes del comportamiento humano: su represión sexual, su primitivo estímulo a la violencia y a la tragedia misma. Y la obra magna de Pasolini es casi ineludible al momento de la reflexión.
La historia sigue a cuatro aristócratas, El Duque (Paolo Bonacelli), El Obispo (Giorgio Cataldi), El Magistrado (Umberto Paolo Quintavalle) y El Presidente (Aldo Valleti), que con ayuda del ejercito secuestran a un grupo de jóvenes para alojarlos en una villa, donde se les es dicho que abandonen toda esperanza, que el estado y la iglesia son el veneno de la sociedad moderna, y ellos son la verdadera anarquía (un comentario hipócrita, ya que no pueden presentar sus ideas ante un sistema democrático). Los jóvenes son víctimas de las perversiones de los cuatro hombres. Sufriendo sodomía, violencia, humillación, e incluso la muerte. Los jóvenes, que son clara analogía del futuro, terminan subyugados a las leyes de sus captores, impidiendo, así, levantar la voz en protesta.
“Pasolini intenta expresar un comentario clave sobre la moral regida por el poder, y su gradual deformación ante el contraste del amo y el subordinado.”
Pasolini estructura su historia tomando elementos propios del infierno de Dante, dividiendo la película en cuatro círculos (ante infierno, manías, mierda y sangre), cada uno incrementando el nivel de perversión que permite la completa y autoritaria libertad humana, y claro, la novela del mismo nombre, del Marqués de Sade. Pasolini intenta expresar un comentario clave sobre la moral regida por el poder, y su gradual deformación ante el contraste del amo y el subordinado, como exponía Nietzsche en sus tratados más conocidos. Es una clara declaración de miedo ante la libertad sin filtros, ante la cooperación del poder y el capitalismo (una clara preocupación del autor), alentando la liberación de los deseos humanos. Dejando la regulación de la conducta humana a manos del grupo social más agraciado, representado en esta obra por la élite fascista de Italia en los años 40’s.
Salò minimiza de manera constante la figura humana y la transforma al valor del objeto poseso por el amo. Un objeto disponible, de manera única, para el entretenimiento y la satisfacción. El sexo se asocia a la violencia y a la subordinación, al neurótico deseo de cumplir fantasías restringidas, y al control del placer ilícito. Todo como una metáfora del fascismo y el desenfreno de la libertad. La moral es una prueba de la decadencia ante la subjetividad de lo bueno y lo malo, dentro de la prevalencia de la voluntad del poder. Y la creatividad y la iluminación del hombre como conducto al vacío y la cancelación.
Al final, el film no hace más que perdurar la desensibilización social ante la propia idea de la perversión humana.
A pesar de las críticas, y la constante ráfaga viral de los tops sobre “películas que te provocarán asco”, no es un film que se categorice como “morboso”, es más un comentario acertado ante la visión caótica de la estructura moral y social del estado. Un film de capas, desde semiológicas, como postura de la representación de la realidad, hasta políticas, como el paralelismo del capitalismo y el fascismo. Un film que debes ver y comentar. Un film para sensibilizarte.