Publicado en diciembre 15th, 2018 | por Jesús Armas
La Muerte, el Arte y el Hombre
El sufrimiento conlleva ser consciente; mientras el hombre tiene más presente la realidad, éste sufre en mayor medida, La esencia de la vida es sufrir. Ningún hombre está absuelto en su persecución del fin común/ deseo absoluto: la existencia.
La lucha por la preservación de la existencia tiene como única certidumbre el verse sublevada por la muerte. Y ésta no es un fin negativo en sí mismo, es más bien un bien libertario hacia la impositiva voluntad de vivir.
La voluntad de vivir es el “gen” transmitido por el hombre a las generaciones venideras; un instinto de supervivencia ante la extinción. Y el hombre es siempre ajeno, se le echa al mundo para seguir con ello; se le obliga a existir.
La voluntad por si sola es el deseo de actuar.
El sufrimiento humano necesita una expresión clara y es en ese momento que el arte se hace presente. Dando a relucir la esencia misma del hombre y cómo éste conlleva al sufrimiento como medio trascendental y único motor de avance real. Cuando se habla de felicidad, se habla de un momento estático y falso; de incertidumbre. El drama por otro lado no deja espacios para algo posterior a la muerte.
Cuando el hombre se enfrenta a un autoconocimiento, cae en cuenta que el sufrimiento trasciende al hedonismo. No es un acto individual, sino que se vuelve colectivo. La conmiseración es entonces el verdadero acto de justicia, que no se limita a castigar un acto para un momentáneo placer, sino que implica acción directa en la voluntad.
La muerte con el encuentro en la renunciación es el verdadero despego de la voluntad de vivir.
Concluyendo en una analogía de conceptos:
El sufrimiento es conciencia
La conmiseración es justica
La muerte es libertad.