Roma y lo Cotidiano

Cuarón logra con su más reciente esfuerzo cinematográfico, reconectarnos con lo que ya está ido. Música, calles, barrios, vestuarios, personajes, que salen de entre rejas del México de los años 70’s. Un esfuerzo que no se limita a construir imitaciones de lo que se ha vivido, sino una lucha por recuperar espacios y ambientes que nos abren las ventanas de la entrañes.

Roma viste el velo de la nostalgia. Un halo difuminado de recuerdos: De niñez y sonrisas, de relaciones rojas y sensibles, de golpes anímicos, de jerarquías y pérdidas. El ayer es lo que no nos encuentra, sólo nos da a golpes la fragilidad de los instantes. Cuando ya de adulto uno le hace más la vuelta a lo que tiene en la mente.

Es una historia de relación entre familiares de clase media y sus sirvientas. Una relación que no se aparta de la clara jerarquía vertical de subordinación, pero que se impregna con la calidez del apoyo reciproco. Cuarón construye una compleja fortaleza para salvaguardar la imagen asimétrica de esa figura tan popularizada y desgastada.

Roma explora el abandonado a la mujer y la fortaleza para hacerle frente. No como víctimas que esperan destinos de muerte, sino como almas productivas y con carácter, que a pasos se van labrando futuros que no las imposibilitan.

Cuarón nos hace ver ayeres, mientras nos va oscureciendo los párpados con el pasado. El mexicano vive de sus historias, y en las historias hay siempre una vuelta de hoja.