Paisajes de Poder

Publicado en marzo 12th, 2019 | por Rodrigo Pérez Téllez

La “posverdad” y su forma de operar

Estamos en tiempos donde diversos temas de la agenda pública se están caracterizando por privilegiar la intolerancia a la discrepancia de ideas, lapolarización y la división social frente al diálogo, el consenso, la reflexión y la crítica con fundamento argumentativo, es decir, planteamientos que incorporen debates científico-empíricos, indicadores de estudios que avalen dichos debates, hallazgos sobre determinado tema, áreas de oportunidad, entre otros aspectos.

Por ello me parece puntual ofrecer en este espacio una simple reflexión sobre cómo diversos poderes políticos alrededor del mundo han capitalizado esta efervescencia social para llevar “agua a su molino” a través de estrategias que más adelante explicaré.

Por ejemplo, este fenómeno de polarización y divisiónsocial lo hemos visto en países como Estados Unidos, con la construcción del muro en la frontera con México; en Reino Unido con el referéndum “Brexit”; el plebiscito sobre los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); la lucha por el poder político en Venezuela entre Maduro y Guaidó; pero en un caso cercano, lo vemos en México con la deslegitimación de las instituciones por parte de un poder ejecutivo cada vez más centralista y autoritario.

Sin embargo, en estos acontecimientos sociopolíticos hay un común denominador que se presenta de manera inherente que los ha llevado a ser materia de polarización y división social, me refiero específicamente a la “posverdad”, que autores la definen comola relativización de la veracidad, en la banalización de la objetividad de los datos y en la supremacía del discurso emotivo (Zarzalejos & al., 2017, pág. 12) es decir, aquel discurso que no necesariamente deba ser falso pero tampoco completamente cierto, que apela a emociones (tanto positivas como negativas), y por ende tiene un efecto más palpable (particularmente en la opinión pública) que aquel planteamiento con fundamento argumentativo.

Y ¿cómo es que opera la “posverdad” ?, si bien este fenómeno no es exclusivo del siglo XXI, pues ha estado presente en diversas etapas de la historia del hombre, por ejemplo, en la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial en los discursos que ofrecía Adolfo Hitler, éste apelaba a emociones positivas a través de una “superioridad racial” por determinadas características físicas, sin embargo, hoy en día la posverdad ha tenido su auge con el advenimiento de la Web 2.0 y 3.0, específicamente con la apertura de medios alternativos como las redes sociodigitales, en donde hoy en día, prácticamente cualquier persona con acceso a Internet tiene la posibilidad de ser y convertirse en un “líder de opinión” o “periodista ciudadano”, ya sea desde su propia identidad o en el anonimato y poder generar debates sobre un determinado acontecimiento social, económico o cultural.

Por ejemplo, de acuerdo con el 14º. Estudio sobre los Hábitos de los Usuarios en Internet en México, para 2017 habían 79.1 millones de usuarios de Internet, es decir, un 67% de penetración en la población de personas mayores a seis años (AMIC, 2018), con lo cual, se puede ver que hay una amplia oportunidad para que cualquier persona pueda emprender nuevas formas de informar (o desinformar) a los cibernautas mexicanos y crear polarización en la opinión pública.

Es en este contexto donde diversos poderes partidistas y políticos han aprovechado el carácter y discurso legítimo de estas nuevas formas de producir información noticiosa en las plataformas virtuales por los cibernautas y lo han materializado para favorecer sus propios intereses y agendas, generando así confusión, sobreinformación, desinformación, polarización y división en la opinión pública y en la propia sociedad sobre determinados fenómenos y/o temas.

Es aquí donde debemos realizar un ejercicio de reflexión, pues retomando palabras de Margaret Atwood: “la posverdad es el prefascismo, y si realmente queremos hacer algo para cambiar esto, es apoyando a los medios legítimos”. (Atwood, 2017).

Ante ello: ¿la posverdad en verdad es una antesala del fascismo?, ¿la legitimación de la credibilidad de medios de comunicación acabará con la posverdad?.

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