Opinión y Editoriales

Publicado en agosto 5th, 2019 | por Oferén Valenzuela

La Guajolota

No es propia de un restaurante ni de cadenas costosas, es más ni siquiera es seguro que la encuentres en una fonda típica. La “torta de tamal” vive en las calles: en la entrada a los metros, en una plaza transitada, en las esquinas de los cruces importantes o sobre la acera de negocios, escuelas y empresas. Se vende muy temprano por las mañanas, es bien sabido que muchos la consideran el desayuno ideal para aguantar las largas jornadas de trabajo o estudio. En una búsqueda intensa también puedes degustarla por la noche, justo en los mismos puntos de venta.

Se convirtió en uno de los alimentos más polémicos de la gastronomía mexicana. Odiada por muchos y defendida por otros tantos, la guajolota es un platillo imperdible si visitas la CDMX, pero ¿qué la hace tener esta dualidad? Este suculento manjar urbano se compone solamente de dos elementos: un bolillo y un tamal (de lo que gustes, rojo, verde, rajas o dulce). A las personas les cuesta mucho trabajo creer que esa combinación sepa bien, y no sólo es el sabor, si no que quien lleva una alimentación balanceada y saludable, sabe al tanteo que contiene una dura cantidad de carbohidratos.

El valor energético aproximado es de 1000 calorías que entran a tu cuerpo en un periodo de entre 5 y 10 minutos (tiempo promedio de consumo) por menos de $15 que es el precio aproximado. Definitivamente no es recomendada para una dieta sana, sin embargo cuando tengas la oportunidad de probar una, no la desperdicies.

Además, el ritual de preparación resulta breve y ecológico. Generalmente son vendidas en carritos o triciclos ambulantes, te darás cuenta por el olor que desprende el combustible en el brasero que se utiliza para mantener la olla con los tamales calientes. Al aproximarse, el ímpetu de venta del capitalino tratará de negociar contigo y te ofrecerá la variedad que maneja, una vez elegido el tamal de tu preferencia verás como lo saca de la olla, le quita las hojas y sin tocarlo, lo mete al bolillo previamente rebajando sin que sus manos entren en contacto directo con ninguno de los dos. De verdad es todo un arte, luego te lo entregará con un papel estraza (nada de desechables), una servilleta y listo para ir comiendo.

Pero ¿a qué sabe? Es una experiencia culinaria que no te puedes perder, contrario a lo que parece la combinación de la masa horneada y la masa cocida, funciona. Puedes acompañar el manjar con alguna bebida como el atole (mismo que venderán en donde la adquieras) o un café, ambos resultan el maridaje perfecto.

Práctica, rápida, fresca y económica. Así definimos a “La guajolota” imperdible y polémica pero sumamente deliciosa.

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