Publicado en agosto 20th, 2020 | por Fernanda Bahena
Juan Rulfo y la Muerte
Todos conocemos a Juan Rulfo por su obra “Pedro Páramo” que marcó a la literatura mexicana.
Juan Rulfo incubó dolores desde que era un niño. Su padre fue asesinado a balazos en medio de la plaza del pueblo en el que vivía, lo que llevó a Rulfo a acercarse a la decepción de la existencia. Después de eso se volvió un niño solitario, que se refugió en los libros que lo convirtieron en un alma ausente, lo que tiempo después le daría la habilidad de esconderse entre sus letras, dejando un poco de su dolor en cada una de ellas.
“Pedro Páramo” es un libro de fantasmas, de muerte, de violencia y de amor. Es todo un universo onírico en el que Juan Rulfo nos dice mucho de él mismo, pero también del país desangrado en el que vivió: México.
Juan Rulfo escribió su obra inspirado en sus tristezas, lo que sabía de su familia y poco más que eso, lo que leyó, vió y fotografió. Los lugares por los que caminó son los lugares que aparecen en nuestra mente cuando el hijo de Pedro Páramo ve de lejos el pueblo de Comala.
Con él, aprendimos que siempre hay gente matándose a balazos, si no son los revolucionarios, son los guerrilleros, delincuentes callejeros, o los narcotraficantes. A través de su vida, Rulfo aprendió que los muertos siempre regresan, te tocan la ventana mientras duermes para despertarte y poder despedirse de ti. Gracias a la naturalidad con que nos sumergimos en su pueblo de fantasmas, es posible escuchar la voz quebrada de su alma como un muerto que te habla al oído y te cuenta historias de la gente.
Para los que crecimos en México es normal convivir por lo menos una vez al año con las almas que ya no tienen cuerpo, vienen y nos recuerdan que siguen aquí y que nunca se irán. Así Juan Rulfo logró encarnar en las palabras y en los fantasmas, al país que le dolió, y que nos duele a todos.
Por donde quiera que se le vea, “Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas” son el cuadro que enmarca la nostalgia que vive día a día el mexicano. Los fantasmas, la violencia, y el amor son paralelismos que vivimos en una época rota que nunca ha estado completa, y que probablemente no estará. Estas historias fueron escritas hace más de 50 años y sin embargo siguen vigentes hasta ahora, y vale la pena recordar lo importantes que son, para no olvidar que los muertos siguen vivos, y que los fantasmas que siempre están detrás de nosotros no son los de los seres que amamos y ya no están, sino los de las cosas que vivimos y como individuos o como país, tal vez nunca dejemos atrás.
El libro es un repaso por las tinieblas de Rulfo, por su tristeza precoz, por su adicción al alcohol y, sobre todo, por su mundo onírico: ese universo que trajo a la literatura los fantasmas de un país atravesado por las guerras internas y una cruenta revolución, los muertos de una familia desangrada y desterrada, de tantos amores y sólo uno, sin embargo. “La obra de Juan Rulfo es muy importante para Latinoamérica porque nos enseñó cómo funciona el cerebro. En el mundo fueron James Joyce y Virginia Woolf quienes comenzaron a hablar del flujo de la conciencia. En nuestro continente fue Rulfo a través de la estructura del ‘Pedro Páramo’”, asegura Pantoja, que comenzó a escribir cómic hace más de siete años, cuando publicó Gabo: Memorias de una vida mágica (Rey Naranjo, 2013).