Cinefilia

Publicado en febrero 14th, 2021 | por Víctor Martínez

Gamer: una Cinta de Humor Negro Malogrado

Paseando entre los catálogos de las plataformas de streaming, encontré una película de ciencia ficción que llamó mi atención debido a la premisa que nos describía, la cual cito: “En un futuro juego de control mental, los condenados a muerte se ven obligados a luchar en un entorno tipo ‘Doom’. El convicto Kable, controlado por Simon, un jugador adolescente experto, debe sobrevivir a treinta sesiones para poder ser liberado. ¿O no lo hará?”. Con todo esto en mente, no pude evitar ver la película, puesto que ¿quién no querría ver una masacre protagonizada por Gerard Butler?, cabe destacar que fue dirigida por el mismo director de las películas de Crank, lo cual ya nos daba una pista sobre lo que se venía.

Todo inicia como uno lo esperaba, una masacre tremenda con un montón de soldados armados, lo cual se asimila mucho más a un juego del estilo Call Of Duty que a Doom, pues éste es sobre demonios, y nos dan el contexto de todo este mundo tecnológico donde incluso puedes controlar personas y utilizarlas como en cualquier juego de simulación con la obvia excepción de que son personas de carne y hueso. Aquí ahondan muchísimo en clichés, sobre todo en los videojugadores, poniéndolos como seres obesos y grasosos, o pervertidos e inhumanos sin ningún tipo de filtro moral como para sentirse mal en usar a las personas como juguetes, pero en fin, eso es sólo una porción de la historia.

La historia nos mete en la vida de Kable (Gerard Butler) que es un convicto que “lucha” a muerte con otros reos, buscando su libertad para reencontrarse con su esposa e hija. También vemos al dueño de este “juego” de nombre Slayers, llamado Ken Castle, que desde un principio podemos notar que está loco y tiene toda la pinta de villano cómico, principalmente por ser un millonario desarrollando tecnología de control mental y poniendo en juego la vida de personas -creo que era demasiado obvio-. Asimismo, también vemos una reportera que busca mostrar a su público lo que en realidad es Ken Castle, y cuya participación toma importancia hacia el final con un “guionazo” que nadie esperaba -sí, es sarcasmo-.

Después de comenzar a todo tono con violencia explícita y una que otra escena sexualmente sugestiva -articulada por los “gamers” cliché que aman el degenere y la perversión-, nos metemos más a la trama para descubrir que detrás de Ken Castle hay todo un movimiento en busca de prohibir el crecimiento de su empresa por el peligro que representa en grandes rasgos para la libertad de la humanidad, y al mismo tiempo también nos enseñan que hay toda una conspiración detrás de Kable para promover Slayers. Increíblemente a estas alturas la película va más allá de ser una cinta de Serie B de humor negro y realmente capta la atención por la acción que incluyen con un personajazo como Terry Crews -aquel musculoso actor que vemos en toda clase de películas- tratando de asesinar a Kable para no estropear el plan de Ken Castle y seguir promocionando su juego.

Aquí es donde todo se arruina pues pareciera que más que darle un cierre digno a esta cinta, buscaron cerrar todos los temas que abrieron anteriormente, ya que concluye con una batalla entre Kable y Castle, donde el segundo hace una aparición absurda mientras canta y baila rodeado de otros reos que usa como marionetas. Kable se deshace de ellos de manera sencilla, e incluso la actuación de Terry Crews se va al caño al ser derrotado fácilmente, para derrotar a Castle con “ayuda” del joven que lo controlaba –que en sí esta fue su mayor aportación a la trama- y reunirse así con su familia, no sin antes pedirle a unos controladores que lo liberaran a él y todos los avatares, cosa que hacen en dos segundos con la dificultad que representa apretar un botón cualquiera; no obstante, se preguntarán a qué “guionazo” me refería, y es que la periodista apareció en el momento exacto en que Castle, como todo típico villano, admitía haber planeado todo para inculparlo y promover el juego que en ese entonces desarrollaba, grabándolo en vivo para los medios y dándole un quemón ante todo el mundo. Finalmente, Kable es liberado y reunido con su familia en un cierre extrañamente feliz y sin consecuencia alguna.

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