Opinión y Editoriales

Publicado en marzo 22nd, 2021 | por Andrea Márquez

“¿Por qué Aceptamos las Relaciones Tóxicas?”

Hace algunos días conversaba con una amiga sobre las relaciones tóxicas. A grandes rasgos discutíamos sobre cómo es que, teniendo todas las señales de advertencia y los focos rojos enfrente de nuestros ojos, solemos ignorar por completo lo que la vida o el propio instinto están tratando de decirnos.

Las relaciones tóxicas pueden sucedernos a cualquiera, ya que de alguna manera nadie está exento de las personas tóxicas. ¿Y cómo se alimentan las relaciones? Por supuesto, de las personas.

Antes de saber qué es y cómo detectar una relación que es dañina, es importante aterrizar las emociones e identificar si lo que se siente realmente es amor o sólo se está enamorado. Porque, hay que decirlo, la cuestión también radica en que no se sabe diferenciar el amor del enamoramiento. Y eso también es un problema.

El enamoramiento es cuando proyectas y confieres todas tus fantasías del amor en la otra persona. Y por ello, es fácil confundirlo con la dependencia emocional, pues se cree que esa persona te hará feliz durante toda la vida.

La sociedad nos ha inculcado el mito de que la felicidad sólo la podemos encontrar en alguien más, a tal punto de hacer que no sepamos nada de nosotros mismos. ¿Cuántas personas prefieren fugarse en las relaciones que asumir que están solas, que no se conocen, que sus metas aún no están claras o que tal vez no se caen bien?

Nos hicieron perdernos en un reflejo de color rosa.

Pero, entonces, ¿qué es una relación tóxica? Pues es una que no es favorable para nadie.

Lo tóxico puede estar disfrazado de romanticismo, e incluso, las palabras más románticas pueden ser las más violentas. Constantemente se alimenta de las faltas de respeto, así como en las faltas de empatía; utiliza mecanismos de manipulación como el enojo, la culpa o el resentimiento.

En concreto, una relación tóxica te limita en tus fantasías, sueños y expectativas.

Es fundamental hacerle caso a la intuición cuando dice “Te están haciendo daño.” Comprendo que es complicadísimo alcanzar a ver que se está en una relación tóxica, pero el primer paso es aceptar que algo no es normal y que causa incomodidad; el segundo es pedir ayuda.

Para finalizar una relación de este tipo, es importante identificar aquellos mecanismos de violencia que se están llevando a cabo y nombrarlos. Esto hará que se prendan todos los focos de alrededor.

Hay que voltear a mirarnos para preguntarnos lo que sentimos. Hay que fortalecer nuestra voz.

Se debe tener mucha paciencia, e incluso terapia después de una relación tóxica. Los procesos terapéuticos y dejarse acompañar por las personas que tengan las herramientas para ayudarnos, son esenciales. Hay que buscar un espacio para sanar, entregarse a un proceso de sanación y abrazar la soledad.

No hay que tener miedo a estar solxs.

Y recordemos que el crimen más grande que sufrimos las mujeres es el despojo de nuestra propia intuición, pues desde pequeñas, jamás se nos dijo que tenemos que aprender a escucharnos a nosotras mismas.

Cuando estamos pasando por situaciones peligrosas dentro de una relación, no son las señales externas las que nos indican el riesgo, sino nuestro radar interno, ya que en ocasiones la violencia puede ser tan sutil que no hay otro tipo de señales. Hay que mirarnos hacia dentro y preguntarnos, ¿somos libres?, ¿nos sentimos felices?

Si te encuentras en una relación y sientes que algo no anda bien, explóralo y busca ayuda.

No estás sola.

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Sobre el autor

Me gusta la lectura, escribir, pasear de noche e ir a cafés. Las obras de teatro, películas y conferencias de libros. La literatura inglesa, música, adaptaciones cinematográficas y el frío.



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