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Publicado en diciembre 7th, 2023 | por Locus

Cautivos del Silencio: La Realidad Oculta de una Comunidad con Violencia

¿Qué se hace cuando la incertidumbre quita el sueño? ¿Cuándo es incierto saber que llegarás con bien al trabajo o a casa?

La violencia generada por el narcotráfico ha dejado profundas cicatrices en la sociedad de Jalisco, desde desplazamientos forzados hasta la corrupción de instituciones locales. El tejido social está afectado, además de que habitantes de comunidades cierran sus negocios ante la inseguridad y el temor a grupos delictivos.

“Es un estilo de vida muy temeroso porque pues no vives, sólo sobrevives” lamenta Juan, de 25 años, que pidió reservar su nombre real y quien ha vivido toda su vida en el municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, donde ha presenciado cambios en el ambiente de la comunidad y adaptando su estilo de vida a los hechos de violencia que se pueden presentar.

 

“Tu estilo de vida cambia drásticamente, sólo es del trabajo a la casa, salir sólo por lo más indispensable porque te los puedes topar, te pueden desconocer y asustar, porque no sabes si ellos te conocen ya o no”, explica Juan, acerca de las medidas que toma por la inseguridad de la zona.

De acuerdo con el consultor y analista político, experto en seguridad, David Saucedo, la llamada región de Los Altos, donde se insertan municipios como Encarnación de Díaz, conocido como “La Chona” y Lagos de Moreno, experimentan un aumento de violencia durante los últimos años por su posición geográfica, al ser un punto estratégico para grupos del crimen organizado.

Explicó que es un punto de encuentro entre los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el de Sinaloa, que desde hace mucho tiempo domina la zona, pero desde 2015, aproximadamente, se han visto en más encuentros armados entre ambos grupos, teniendo como espacio de lucha la zona de Los Altos.

(Encarnación de Díaz)

Saucedo explicó que el CJNG muestra una habilidad para adaptarse y evadir los esfuerzos de las fuerzas de seguridad, lo que ha dificultado su desarticulación y que a pesar de los intentos del
gobierno por combatir estas organizaciones, la complejidad y la capacidad de infiltración del crimen organizado en distintos sectores de la sociedad han representado un desafío considerable.“Existen personas infiltradas en la guardia nacional, así como también hay logos que corresponden al cartel, funciona como un distintivo para que la policía no intervenga”, agrega el especialista.

Otro problema que se presenta en la región es la desaparición, principalmente de jóvenes, hechos que presuntamente, están vinculados al crimen organizado.

De acuerdo con datos del Sistema de Información Sobre Víctimas de Desaparición (SISOVID) del gobierno del estado de Jalisco, hay 14 mil 313 personas reportadas como desaparecidas hasta octubre de 2023.

Según datos del INEGI, de las mil 689 carpetas de investigación abiertas en la región Altos Norte entre junio de 2021 y mayo de 2022, el 58 por ciento fueron de Lagos de Moreno, seguido de San Juan de los Lagos con el 18 por ciento y Encarnación de Díaz con el 12 por ciento.

De igual manera, en Lagos de Moreno se registró la mayor tasa de incidencia delictiva con 5.5 carpetas por cada mil habitantes.

que circuló a nivel nacional, incluso circularon en redes sociales videos con imágenes violentas.

“Los medios retomaron la información, incluso medios extranjeros, porque es algo realmente atroz… es una narración que evidentemente atrae la atención y responde a la pregunta ¿Qué pasa en México?”, señala Saucedo. Pero esto, agrega el especialista en seguridad, tiene relación con la necesidad económica que tienen los jóvenes, lo que ha facilitado a los grupos del crimen organizado reclutarlos.

Los jóvenes sólo tienen tres opciones: migrar a los Estados Unidos, dedicarse al comercio informal o incorporarse al narcotráfico. Algunos otros son reclutados de manera forzada”, explicó.

“Doña Luz”, a quien se le ha cambiado el nombre para proteger su identidad, tiene 45 años y es originaria de Encarnación de Díaz, donde ha vivido toda su vida, considera que todo está tranquilo y pude hacer sus actividades normales, reconocer que se ve pasar camionetas con gente armada.

 

“Las cosas están feas si tú decides verlas feas… yo salgo a lo necesario, por mi mandado, a llevar a mi hijo a la escuela, ocasionalmente a cenar con mi familia y nunca me ha pasado nada… sólo es tomar las medidas necesarias para no topármelos y ya”.

Mientras que “María”, una joven de 23 años, también de Encarnación de Díaz, narra cómo fue el cambio de ambiente en la comunidad.

“Es también una tortura mental, el estar en estado de alerta. Yo nunca estuve familiarizada con ese concepto, hasta que crecí escuche la primera balacera, fue cuando algo en mi cerebro se activó y ya no puedo estar tranquila”, cuenta después de un corto silencio y un suspiro.

“Se desarrolla ese sistema de alerta, como de supervivencia, uno tiene que estar como al tanto de todo”.

“Juan” reconoció que la mayor parte de la comunidad ha visto afectada su economía debido a la violencia.

“La gente no se anima a arrimarse (a los comercios) porque los asustan tiene la fama de que si vas te van a ‘levantar’ o ya no vas a regresar y en cierta parte tiene razón, la gente de fuera tiene miedo de visitar un lugar desconocido, porque no sabe cómo está la zona, sólo los que vivimos aquí sabemos qué hacer para no tener problemas”, dijo.

Hace tres años, la familia López sufrió la pérdida de uno de sus integrantes debido a un hecho de violencia, sin entender lo qué pasó se comienzan a cuestionar muchas cosas, además de que son víctima de los estigmas que pesan sobre las personas que pierden la vida en hecho violentos.

Para Martín Francisco Rojas, psicólogo especialista en victimología, consideró que en municipios donde se vive violencia existe el estancamiento cultural y económico, esto debido a que las personas que habitan estas comunidades no suelen contar con muchas opciones para afrontar los sucesos que ocurren.

“No tienes la posibilidad de hacer más cosas y ese es el problema, o sea que no hay movilidad social, que los pueblos no tienen estas posibilidades de reactivaciones económicas, por tanto, la gente tiene muy pocas posibilidades”, mencionó.

De acuerdo con Rojas, llega un punto donde la comunidad normaliza tanto la violencia y este tipo de sucesos, que consideran que viven en un ambiente “cómodo” y no es hasta que la violencia les impide su desarrollo que se percatan de estas limitantes y es en este punto cuando la sociedad cuestiona el alto índice de criminalidad.

“Al final del día empiezas a normalizar ese aspecto, empiezas a ver a gente armada en las camionetas y ya no le prestas importancia”, ejemplificó Rojas, sobre como las personas normalizan los sucesos de violencia, hasta el punto de estar presentes en su vida cotidiana.

“Es una ‘cárcel de vidrio’ en la que tú puedes ver todo el panorama, pero que cuando intentas salir te topas con el golpe de realidad, con esto las personas no son libres de hacer diferentes actividades como salir en familia”.

 

Reportaje: Locus
Ilustraciones: Ricardo Isaac Ramos
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