Opinión y Editoriales

Publicado en febrero 23rd, 2024 | por Locus

Faldas

”Y tan pronto como hubo escogido un vestido con amplias faldas que le sentaba muy bien y se lo hubo puesto, pareció a cuantos le rodeaban que su rostro era una visión de la primavera, de modo que pensaron que jamás había creado Cristo caballero más hermoso”. (Sir Gawain y el Caballero Verde, XIV.)

Durante miles de años la ropa siguió más o menos las mismas reglas, la calidad de la tela y la confección eran símbolo de estatus, la ropa separaba claramente a los ricos de los pobres y a los hombres de las mujeres.

Remontémonos al antiguo Egipto donde las mujeres llevaban largas faldas, mientras que los hombres optaron por un modelo corto un poco arriba de la rodilla, la confección de esta prenda data de las primeras civilizaciones en el año 3000 a.c., viajando por diferentes lugares y usándola hombres y mujeres por igual, aunque las civilizaciones celtas empezaron a imponer el pantalón masculino, esta tendencia tardó en expandirse en occidente y en regiones como Escocia siendo una prenda exclusiva para hombres.

Anteriormente las mujeres debían usar bastantes métodos para ser aceptadas en sociedad, largas faldas, escotes y otros prototipos que les permitían parcialmente la movilidad, y esto a su vez a manera de violencia sistemática perpetuaba los roles de género de la época. Al mismo tiempo que las mujeres pudieron hacer deportes en espacios públicos y las bicicletas se apoderaron de las ciudades, la ropa casual dejó de ser tan privada. Las mujeres jóvenes la usaban como una declaración progresista. Y los hombres como una expresión libre del género, ya que, al ser una prenda relacionada con comportamientos femeninos era y aún sigue siendo repudiado para las personas con pensamientos misóginos.

La gente ha luchado por el derecho a moverse libre, segura y cómodamente en público, y a mostrar su cuerpo como desee, la ropa sigue siendo un campo de batalla y sólo hay que ver las noticias para entender que la batalla no ha terminado.

Los cambios culturales nos permitieron valorar la comodidad personal por encima de todo.

Y a ti, ¿Qué tanto te pesa una falda?

Danitza Flores; LCI

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