Opinión y Editoriales

Publicado en marzo 22nd, 2024 | por Uriel González

El terror social en “Subasta” de María Fernanda Ampuero

Lo real siempre da más miedo. Eso ya no se pone en duda. Antes el miedo dependía del tiempo y de la persona, pero ahora no. Si alguien te dice que teme que se le aparezcan bolas de fuego en el cielo estrellado cuando venga de regreso a casa, miente. Miente porque cerca de él —en otro estado— las noticias filman un lugar envuelto en llamas; ahora el cine no muestra lo imposible, eso lo hace la nota roja. El hecho de ir en la carretera, escuchando música y tener que frenar tu coche porque frente a ti hay un retén de narcos, es más impactante que un demonio atrapado en un títere que camina solo todas las noches. Ver que, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, desaparecen 17 personas de entre 0 a 17 años por día, aterra más que el espíritu de una mujer que cada luna llena sale flotando por las aguas del río buscando a sus hijos ahogados dos siglos atrás. ¿O eran tres? Ésa es la diferencia. El tiempo deja de existir, se ahoga, cuando la tensión se para frente a nosotros. Todos salimos a la calle y todos hemos estado en riesgo de desaparecer. Antes, en las fogatas, se sentaban y platicaban quien había escuchado a “La Llorona”, hoy en las lunadas, una señora dirá que ayer habrían intentado montar a su hijo en una camioneta blanca, con los vidrios polarizados y sin placas.

Subasta es un cuento que forma parte de la recopilación Pelea de gallos. En él, María Fernanda Ampuero habla de animales decapitados, destripados y echados a peor suerte que la muerte, una suerte en la que mandan los hombres, hambrientos de sangre. En medio de vísceras, una niña observa como apuestan y se divierten con el dolor del gallo, ellos ganan dinero, mientras que ella se encarga de tirar los restos de su diversión; hablar con la cabeza y la sangre que se derrama sobre sus brazos, desearle un buen viaje al lugar donde miles de gallitos lo estarán esperando. Los hombres que se divierten con el dolor, los galleros, empezarán a abusar de ella, claro que la niña no tendrá la confianza de contárselo a su padre porque la llamará mujercita, como lo viene haciendo desde que siente distinto a los demás. A los hombres les encanta el medio, pero nunca el fin: aborrecen las tripas, pero no el beneficio que de ellas sacan; es por eso por lo que nuestra protagonista se llenará de la sangre de los gallos para ahuyentarlos, para que sientan asco y se alejen; su amuleto protector dejará de ser una cruz para convertirse en un cinturón de cabezas de gallina.

Pasará el tiempo y por desgracia no tendrá con ella su amuleto de protección. Un hombre, un taxista, la secuestrará y la llevará a un lugar oscuro y prohibido donde se subastan vidas. Un lugar que huele a gallinas, el lugar idóneo para que los hombres se diviertan con la muerte; el lugar para la sangre, idéntica a la de su infancia.

En un entorno lleno de fuego y guerras, sabemos que existe la pólvora y estamos puestos en defensa por si un día nos toca olerla, cansados de verla en todos los noticiarios, llegamos a darle un lugar en la mesa, platicamos de ella como si fuera una persona a la que extrañamos. La llegada del terror social es un milagro de la literatura. En él, autoras como María Fernanda Ampuero, Fernanda Melchor, Mariana Enríquez y otras hablan de feminicidios, trata, pornografía infantil, del narco, y de la imparable violencia policial y militar.

En este cuento hay referencias que nos ubican en Latinoamérica, se mencionan calles de una ciudad, hay apodos para ubicar y palabras que sin querer nos llevan a recorrer un territorio lleno de los fenómenos referidos. No hay música, pero aún así podemos escuchar los pitidos de los coches, la persiana de metal de un negocio que está cerrando y las portezuelas rápidas de los secuestradores. Los gritos no. Ellos los callan con un trapo, los callan para después dormirlos.

Propongo que hablemos de los temas que afectan a nuestro país, propongo que le cambiemos de nombre a nuestra ciudad y hagamos un texto, que cambiemos personas por personajes, que escribamos en vez de quedarnos callados, siendo testigos de la degradación de la humanidad. Ser parte de nuestra historia, si cambiarla hace que corra peligro nuestra vida, entonces escribámosla, hagamos terror social para dejar de normalizar estas realidades atroces enquistadas en la vida cotidiana.

Ampuero, MF. (2018). Pelea de gallos. Páginas de espuma.

Puedes leer el cuento aquí:

«Subasta» de María Fernanda Ampuero

…y escuchar aquí la voz de la autora:

Reseña de Uriel González, segundo semestre de LCI

Ilustración de Alondra Mayagoitia, segundo semestre de LCI

 

 

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Sobre el autor

Estudiante de LCI. Amo leer y escribir; me gustan mucho los boleros y el café. Mis géneros literarios favoritos son el realismo mágico, el terror social, el costumbrismo y la ficción histórica.



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