Opinión y Editoriales

Publicado en mayo 3rd, 2024 | por Uriel González

El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince

Dentro de una fotografía familiar están doce personas: diez mujeres, un niño y un señor; tres de las mujeres son del servicio del hogar, las cinco delante de ellas son las hermanas del niño; las dos restantes son la mamá del niño y la cuidadora, se distinguen la una de la otra, porque la cuidadora va vestida de monja, todos sonríen a la cámara. Todos menos el niño, que está a un lado del señor—que es su padre—, él mira feliz a la cámara, recarga su mano en el pequeño hombro de su hijo, mientras que el niño mira a esa figura alta y derecha, lo mira como el primer ser humano tuvo que haber visto a Dios.

La cronología de la infancia no está hecha de líneas sino de sobresaltos. La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos.

Héctor Abad Faciolince—el niño—construye en esta novela al que el mismo denomina como un “memorial de agravios”, la figura de Héctor Abad Gómez—su padre—, un médico con ideas que se hallarán en contra de la convulsa corrupción. Un médico que sostiene que la medicina se aprende más en los barrios, dándose cuenta de por qué y de qué se enferman las personas.

El olvido que seremos es más que un homenaje a la figura paterna presente; es también una novela—una memoria—de apariciones, de llegadas, de guerras sin orden, ni pensamiento, condenadas a terminar en un infierno peor que el de las llamas de fuego del cristianismo; una crítica a la unión entre la iglesia y la sociedad, a la vida sin decisiones y a la idea de la muerte plagada de ellas.

Las imágenes se han perdido. Los años, las palabras, los juegos, las caricias se han borrado, y sin embargo de repente, repasando el pasado, algo vuelve a iluminarse en la oscura región del olvido.

 

¿Por qué leer El olvido que seremos?

Porque es un libro que se adapta a muchas lecturas, y en cada situación puede ser muy aprovechable; es un libro que puede ser leído para superar la muerte del padre tanto para comprender a la sociedad colombiana—que a su vez nos sirve para comprendernos como latinoamericanos—es un libro que se ambienta en un línea casi sin tiempo, las emociones, las recetas de la infancia, los rosales de la casa familiar, la cuidadora que nos hablaba del cielo y el infierno como dos muestra totalmente opuestas y el padre que estaba ahí para decirnos que el cielo y el infierno es lo mismo que la felicidad y la desdicha; solo que el cielo es algo eterno, mientras que la felicidad algo fugaz y sin sentido.

Es un libro que—a pesar de ser una “memoria de agravios”—no apela a sentimentalismos, se mantiene derecho y así narra no solo la historia familiar, sino la individual de Héctor Abad Gómez y la de la ciudad por la que lucho hasta sus últimos días en un activismo con valores e identidad. Es una radiografía de Medellín, de los años ochenta y sus gentes, del autoexilio como medida de supervivencia, de las lágrimas como último recurso al olvido que tarde o temprano terminará por llegarnos.

La venganza de escribir

En el 2018, Héctor Abad Faciolince dio una entrevista a Jesús Vigorra, quien le pregunta de qué cosas lo ha salvado la literatura:

“De la locura me parece, de no caer en el rencor, en el resentimiento, en la venganza que sería la locura…la venganza en palabras es una opción, la venganza literaria, la venganza de contar, de decir la verdad, esa me parece una venganza admisible; pero la venganza con las manos, con los hechos…la venganza con la misma violencia con la que te atacan…a esa me opongo.”

Video:

 

En 2020 se estrenó en la pantalla grande la adaptación cinematográfica del libro, dirigida por Fernando Trueba. Esta versión ganó el Premio Goya a Mejor Película Iberoamericana.

Faciolince, H. (2006). El olvido que seremos. Planeta.

 

Reseña de Uriel González, primer semestre de LCI

Ilustración de Alondra Mayagoitia, primer semestre de LCI

 

FacebooktwitterFacebooktwitter

Tags: , , , , , ,


Sobre el autor

Estudiante de LCI. Amo leer y escribir; me gustan mucho los boleros y el café. Mis géneros literarios favoritos son el realismo mágico, el terror social, el costumbrismo y la ficción histórica.



Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

De regreso a inicio ↑
  • Nombre

    Correo electrónico

    Asunto

    Mensaje